“Yo ya no sé qué hacer”

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Morelia / Nancy V. Herrejón

Alfonso Díaz Morando no tiene frío aunque viste un gabán de motivos en blanco y café; el sol se proyecta a través de los espejuelos de los árboles, en su rostro las expresiones son repentinas, sus ojos son como agua tranquila con tristeza y tempestad. Su voz es clara, su voz es un grito de exigencia.

Alfonso está en espera, la incertidumbre deambula por los blancos pasillos del Hospital Star Médica, ahí tiene hospitalizados a sus padres, están muy graves, ellos son de los afectados del accidente de la Autopista Siglo XXI.

En la mañana recibió la peor noticia, su sobrina, una pequeña de 1 año de edad falleció, ella también iba en ese autobús que fue devorado por la nociva nube de gas del amoniaco derramado.

Se enteraron del accidente porque su sobrina de tres años (hermana de la fallecida) pudo comunicarse con su hermana, “Ella es una pequeña muy inteligente, ella traía el teléfono de su mamá, mi sobrina se había quedado en el autobús, a todos los habían bajado ya, pero ella seguía arriba, así que un señor revisó el interior del autobús y la encontró”, este hombre auxilia a la pequeña, ella le pide que de favor marque un número del celular, a su Tía Moni, el hombre lo hace, cuando le contestan el señor les cuenta que ha pasado un accidente en la autopista y que él revisando el autobús encontró a la niña y que ella pidió llamarla por teléfono, cuando la niña logra hablar con su tía le cuenta “estoy aquí solita, mis abuelitos y papás tuvieron un accidente, ¿qué hago? ¿me voy con el señor o me quedo a esperar a mis abuelitos?”

El señor le pide a la señora Moni que tengan confianza, que él cuidará de la pequeña, y así fue, él la resguarda en su casa por un par de horas, después Alfonso es quien se comunica con él y le  envía el contacto de un familiar en Lázaro Cárdenas para dejar a la pequeña, este hombre, del cual desconoce su identidad lleva a la niña hasta Lázaro Cárdenas, “sólo puedo decirle gracias”.

Sabido esto fue un viacrucis contactar con la aseguradora Quálitas, quien solo mostró negativas para dar pronta respuesta  a la urgencia de cubrir los gastos de traslado de su mamá a la ciudad de Morelia, Alfonso estuvo esperando que su ajustador le contestara, más nada, “me trajo a puras mentiras, que ya iba, que ya tenía todo (…) los pases ya los tenía pero no nos los dio, este chavo tenía otra intención”. Su ajustador y quien debía responder a su petición de ayuda no lo hizo, Alfonso desconoce el porqué de esta negativa,  asegura que todo ese tiempo perdido esperando la respuesta de la seguradora agravó el estado de salud de sus papás.

“’Él quería desesperarnos, buscaba que a cambio de los pases le diéramos $20,000 mil pesos, le dije, mira chavo yo trabajo con empresas, sé cuáles son sus movidas, sé cómo estás trabajando tú” Alfonso intuye que su ajustador tiene contacto con el chofer de la pipa, y que buscaba que a cambio de las pólizas del seguro ellos otorgaran ‘el perdón’ y no se llevara ninguna acción legal a más, “él dirá sabes qué, ya te conseguí el perdón, y el chofer lo presentará en la Fiscalía, él sabe dónde está, él sabe todo”

Alfonso agradece el apoyo de las autoridades estatales  y del diputado Feliciano Flores, quien de la mano , ha estado con ellos buscando solución inmediata a los problemas económicos y de traslado, también gracias a su intervención lograron 3 pólizas de 6, desconocen el monto económico por el que son efectivas, más ya es algo. “Todo esto está pasando gracias a la aseguradora Quálitas, a su inconciencia, su egoísmo, no sé cómo tomarlo”

Yo ya no encuentro qué hacer”, dice Alfonso, su ánimo decae, su voz se vuelve más débil, ya van más de $80, 000 pesos en gastos, le angustia ahora todo el proceso que será el traslado del cuerpo de su sobrina, “será tardado”.

Más de pie, y con la mirada al frente y en compañía de su hermano quien se reserva su nombre, están en espera de que sus papás mejoren, mientras seguirán luchando por la justicia y el apoyo que les corresponde, “se hará todo lo posible hasta que paguen el último peso”

Y los hermanos se van caminando, alejándose entre los pasillos blancos, en espera de una respuesta que ojalá no tarde en llegar.