Morelia I Esteban, la tradición; sus hijos, la innovación

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Morelia, Mich. | Montserrat Herrera/Acueducto Online.- Sus pequeñas manos ayudaban a sus padres a cargar las piedras para poder crear los metates y molcajetes que, después, saldrían a vender.

Desde su 10 años, Esteban Morelos aprendió de vista la creación de este arte, a esa edad, creó su primera pieza, dejando una huella que marcaría su camino: ser artesano.

Esteban no estudió, no fue a la escuela, pero siempre se dedicó a la creación y venta de los molcajetes y metates, herencia de sus papás, quienes se sintieron orgullosos de pasarle su conocimiento.

“Antes los molcajetes los daba en doce pesos, ahora se venden como en $250, los más normales, ¡yo he vendido unos a $500! ¡Ve cuánto subieron!”.

Para Esteban, el trabajo de artesano nunca fue difícil ni pesado, podría tardar horas entretenido en darle forma de molcajete a la piedra, el proceso de creación, para él, siempre ha sido una actividad divertida.

— ¿Tiene hijos a los cuales les dejó el gusto por la artesanía?

— Sí, dos de ellos me vieron y les llamó la atención, pero ellos no solo hacen molcajetes, sino llaveritos y figuritas, nunca he entendido por qué, pero ellos son los creativos.

Esteban y sus hijos, a pesar de dedicarse a lo mismo, tienen visiones diferentes: por un lado, Esteban, es un hombre de tradiciones, arraigado a sus costumbres, nunca le llamó la atención hacer más allá que los molcajetes tradicional; en cambio, sus hijos, apostaron por la innovación, la creatividad, y creaban piezas que sus mentes les exigían.

Esteban dice sentirse contento con esto pues él “cumplió con su parte”, sembrar la semilla del conocimiento en ellos y, de ahí en fuera, lo que ellos quisieran hacer con eso está bien, decía mientras se jugaba las manos.

Ya con 65 años encima, él todavía se siente bien para seguir armando piezas: “esto va a ser hasta que yo me muera, en el grupo en el que estoy hay un hombre de 80 años, pero ya no puede hacer nada porque ya no ve… yo haré esto hasta que me muera”.

— ¿Alguna vez ha sido difícil la vida de artesano?

— Sí, antes teníamos que venir hasta Morelia para vender y dábamos vueltas y vueltas en los mercados, muchas veces los dejé muy baratos para que se me vendieran.

— ¿Usted hacía algo más para poder solventarse en esos días difíciles?

— No, todo era la venta, este ha sido siempre mi trabajo, entonces con eso comía… pero ahora todo es diferente, la gente ya va hasta allá para comprar, ya no tenemos que salir hasta acá cargando todo…

Estaban, con su sombrero de paja, se reía mientras me contaba que él era feliz siendo artesano, pues eso siempre había sido parte de su vida y siguió con el hilo familiar, hilo que, hasta la fecha, no se ha roto, pues ahora sus hijos son quienes seguirán con la tradición…