Morelia, el otro vacío

Imagen: Especial
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Morelia/Erick Alba

El Centro Histórico de Morelia luce un ajetreo anormal y la explicación es sencilla: es Semana Santa que llena por igual iglesias y aceras, restaurantes, bares y taxis, aunque paradójicamente se quedan vacías las boletas de infracción de tránsito “porque tenemos la orden de no infraccionar a nadie para dar buena imagen al turismo”.

La vendimia de temporada ocupó ya el costado poniente de la Catedral de Morelia, con toldos llamativos y puestos repletos de artículos religiosos, lo que hace juego con la venta de boletos para el cuestionado Turibus que tanto entorpece la circulación vehicular como parte de su propio servicio.

Al mismo tiempo, un celoso agente de Tránsito hace guardia para evitar que los vehículos se estacionen frente a la iglesia más conocida de la ciudad, aunque “en vez de infraccionar, la orden que tenemos es de dar información, proteger al turismo para dar buena imagen. En estos días se cancelan las infracciones a menos que esté muy agresivo” el conductor.

Sin embargo, “hay como un 50 por ciento (de incremento) en las violaciones al reglamento, más que todo en lo que es conducir en estado de ebriedad y en estacionarse en lugares prohibidos”, explica el uniformado quien al final se niega a proporcionar su nombre para prevenir alguna amonestación.

La elevación en el número de paseantes, foráneos o no, tiene su natural impacto benéfico en la economía moreliana, como lo señala Fausto Domínguez, dependiente de uno de los cafés que rodean al primer cuadro de la ciudad.

El trabajador asegura que del lunes al miércoles anterior se observó un aumento de casi el 30 por ciento en lo que respecta a las ganancias diarias, aunque en lo que va del jueves la cifra supera ya el 60 por ciento “y creemos que se va a poner mejor en lo que resta de la Semana Santa”.

En eso coincide con Ismael García, un locutor de radio “en receso” que llegó a la conclusión de que es más lucrativo cantar en las zonas turísticas acompañado de una guitarra que pasar horas ante el micrófono:

“Saco más con la guitarra. Tengo tres años de cantar de 10 a 10 (12 horas diarias) y saco de 300 a 400 pesos, pero en estos días ando sacando de 800 a mil pesos todos los días. Las zonas que más dejan es en (la taquería) El Infierno, la del libramiento; el Espartacus, son lugares donde hay billete; en El Mago. En este portal el mejor es el del Casino y el Trico en las mañanas, porque ya pasando no se les llena bien”.

Y aunque es evidente que el interior de los templos también luce un mayor número de visitantes, no es posible tener la apreciación de sus encargados pues, simplemente, los sacerdotes y trabajadores administrativos “están en retiro”, explican las trabajadoras de la Catedral, mientras que los teléfonos de las distintas parroquias no son atendidos este jueves.

A pesar del silencio católico, todo lo anterior es concordante con los vaticinios de hoteleros y encargados de la política turística michoacana, quienes marcaron en un 70 por ciento la elevación de ganancias esperadas para ésta época.

Y la estrategia fue simple en realidad: repetir en todas partes que “Michoacán es seguro” para marcar el contraste con lo que al menos desde 2008, tras el trágico atentado con granadas a la población civil, se dice de Michoacán incluso más allá de las fronteras nacionales: que Michoacán fue tierra de nadie.