Morelia/Redacción
La última visita a Michoacán del Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, en done principalmente estuvo acompañado por el comisionado federal Alfredo Castillo Cervantes y el gobernador Fusto Vallejo Figueroa, suscitó serias suspicacias.
Arribó a un sitio emblemático, a Tepalcatepec, el primer sitio del territorio de la región de Tierra Caliente donde surgieron las autodefensas que, finalmente, no sin el respaldo de las fuerzas federales, liberaron esa porción de tierra del cartel de Los Caballeros Templarios
Fue, el arribo presidencial, en el preciso momento en que, oficialmente, han desparecido las autodefensas –ciertamente en un momento en que empezaban a conflictuarse entre sí, por los cotos de poder- y han sido relevadas por las guardas rurales.
El Presidente arribó a un municipio liberado del crimen organizado pero en manos del grupo civil armado irregular, autollamado autodefensa, que sin él hubiera sido casi imposible en corto tiempo lograr los avances federales en la lucha contra Los Templarios.
Por ello, durante un mediano tiempo a los integrantes de las entonces autodefensas se les permitió cargar armamento de uso exclusivo, pero fueron desactivados cuando empezaron a ser infiltrados por la delincuencia, instalaban cotos de poder y se sentían más que indispensables.
Ellas, las autodefensas, su imagen internacional la de civiles armados, en forma irregular, deambulando libremente por las zonas rurales, provocaron que el gobierno federal mirara hacia Michoacán e hiciera aquí de la lucha contra el narcotráfico una política de Estado.
Y es aquí, donde el Gobierno federal avaló a las autodefensas, las usó y las desechó también con toda la fuerza del Estado.
