El consuelo de los desterrados

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Morelia / Nancy Viridiana Herrejón Peña

El día es soleado, la mañana es bondadosa pues la luz gobierna los rincones piel cantera de Morelia, salpicadas de gente las banquetas crucificadas conducen a la antigua calle Real de Morelia, justo en sus portales Carlos un joven amable, nos recibe con una sonrisa tímida y todo el consuelo de los desterrados en sus manos.

La fuente de azules motivos nos acompaña, escucha inmóvil guardando para sí celosamente el eco de todos los que hemos estado a su lado.

Carlos, comparte para Acueducto online su experiencia en el apasionante y azaroso mundo de las letras y el arte, y la vivencia después de un premio nacional tan importante.

Carlos Augusto González Muñíz es el ganador del Premio Nacional de Novela “José Rubén Romero” en su edición 2019 con su obra “El consuelo de los desterrados”, es un joven escritor, editor y músico nacido en la Ciudad de México, que ha trazado su camino a capricho de sus inquietudes y laberintos.

“Mi acercamiento (a las Letras) fue sin intención, en mi familia mi abuelo paterno era escritor, pero nunca lo conocí como tal, él murió cuando yo estaba muy niño […] el escribir es algo que me surgió en mi infancia, mi papá solía contarme historias, él es ingeniero pero siempre me contó historias todos los días” son sus primeros recuerdos de cómo es su acercamiento con la literatura, rumbo innato de su estrella desde los primeros años.

Acerca de qué significa ganar un premio de estas dimensiones, un Carlos naturalmente sencillo y agradable comparte que tiene varios significados, cualquier premio es importante en la carrera de un escritor “Es fácil perderse, es fácil perder el camino después de un premio”, más tiene muy claros sus principios y los ejes de su creación, “Un premio es una forma en que el mundo exterior te hace una seña de que algo hiciste bien”

En Morelia siempre me pasan cosas nuevas”, Morelia y Michoacán tienen un lugar especial en la hecatombe de recuerdos que anidan en la mente y corazón de Carlos, gran parte de su formación como escritor la vivió en Morelia, como su beca de Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) y algunas experiencias en el espacio cultural de Traspatio Cafebrería Cultural impulsado por la promotora Mara Rabah, “que el premio sea de Michoacán, de Morelia significa mucho para mí

A la par que teje con hilo invisible algo en sus manos nos comenta que fue un niño solitario, vivió muchas mudanzas y eso cambiaba de lugar su imaginación, las relaciones amistosas que creaba eran muy profundas, así su ingenio tenía que estar ocupado “tenía que imaginar narrativas para mis juegos, tenía que entretenerme con algo”, ya de adolescente comienza a escribir todo eso que ha creado en su mundo, es cuando por primera vez comparte con alguien su escritura “bueno eso no está mal” le dijeron, más él quería hacer otras cosas en esos momentos, él quería ser músico.

La música es un lenguaje imposible de comprender, que no logramos descifrar (…) descifrar la música es una parte fundamental de mi vida”, Carlos ríe, el sólo pronunciar la palabra música produce un frenesí que se lee en sus ojos, le gusta escuchar todo tipo de música, más el rock clásico, el rock progresivo y el Folk son sus preferidos junto a la música sinfónica.

Kafka, Borges y Cortázar son sus maestros, aunque gusta más de temas específicos en los libros, ellos son los monstruos que le enseñan el camino; de Chopin le atrae ese nivel de neurosis que lo convertía en genio, ese talento consumado que tenía que lidiar con la gente; Edgar Allan Poe es otro de  sus predilectos “era un escritor raro para su época, adelantado diría yo, que pese a que tuvo llamadas para cambiar ese oscuro camino que llevaba no lo hizo” de ahí el encanto de algunos personajes, la tragedia, el asumir un destino con las manos destrozadas.

“Yo veo como esas personalidades me atraen, esa relación con la belleza, con la creación y como al mismo tiempo lidias con el mundo”