El cártel de las medicinas | Boris González Ceja

Durante COVID-19 algunos médicos abandonaron a sus pacientes, argumentando falta de condiciones en la atención de la pandemia, algo en lo que muchos estamos de acuerdo; pero en sus consultorios privados si podían ser encontrados, donde por supuesto, aumentaron el nivel de sus honorarios, lesionando la economía de los pacientes y profundizando la falta de atención en el sector público.

(Foto | Especial)
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Somos nuestra memoria | Análisis

Dio a luz a su bebé en el baño del Hospital Regional de la Piedad, ya que los médicos, que se supone, estaban al pendiente de su cuidado, le indicaron que todavía no le tocaba el turno del alumbramiento. Este incidente subraya una realidad indeseable: Experimentar uno de los momentos más importantes de la vida sola, revelando deficiencias en el sistema de atención médica.

En una de las experiencias capacitando a personal médico del área de ginecología de un hospital público, muchos de ellos con más de 30 años de experiencia, me decían que ellos no practicaban la interrupción legal del embarazo porque hacían uso de la objeción de conciencia, que es un derecho del personal médico cuando un procedimiento afecta sus valores, pero salió de entre ellos mismos que por una jugosa cantidad, en su hospital (ya que muchos de ellos son socios de nosocomios privados) sí lo hacen.


Durante COVID-19 algunos médicos abandonaron a sus pacientes, argumentando falta de condiciones en la atención de la pandemia, algo en lo que muchos estamos de acuerdo; pero en sus consultorios privados si podían ser encontrados, donde por supuesto, aumentaron el nivel de sus honorarios, lesionando la economía de los pacientes y profundizando la falta de atención en el sector público.


De hecho, un problema similar sigue presente en instituciones como el ISSSTE, donde las citas de especialidad son pospuestas de manera arbitraria argumentando cambio de médico, sin garantizar la atención, dejando que la enfermedad progrese en la vida de los pacientes. Este problema es generalizado: en instituciones como IMSS, ISSSTE o la Secretaría de Salud, los médicos afirman no tener tiempo para brindar atención; sin embargo, en el ámbito privado se constata que sus agendas están llenas, ya que se envían a sus pacientes de lo público, a recibir atención privada. ¿Cómo se le llama a eso?


Según una encuesta realizada en el año 2022, en medio de la pandemia COVID-19, 60 % de las personas encuestadas considera que existe mucha corrupción en el IMSS, 59 % en el ISSSTE y 48 % en el INSABI (ya desaparecido).
He presenciado y escuchado a muchos médicos valiosos que sostienen los servicios de salud públicos, con capacidades puestas al servicio de las personas, y a ellos debemos nuestro respeto por sacar adelante a nuestras familias todos los días. Sin embargo, el tema que abordamos aquí va más allá de ellos.


La venta de plazas por sindicatos con las omisiones de las autoridades, han sido denunciadas públicamente por valientes lideresas sociales, sin que hasta el momento se tengan respuestas de la autoridad.
Casos como éste hablan del abuso generalizado que se da en los servicios de salud, muchas veces planeado por las autoridades, pero soportado por los mismos trabajadores.


Diversas son las formas en las que se presentan los abusos, desde las autoridades con arbitrariedades en contra del personal de salud limitando sus derechos y favoreciendo a sus incondicionales, muchas veces limitan las funciones de personal capacitado y ponen en activo a personal sin formación profesional y sin capacidad para llevar adelante programas de salud.
A nivel de altos directivos siguen las farmacias privadas entregando medicamento en los centros de salud, un ejemplo más de la falta de compromiso para limitar la corrupción en los servicios de salud.


Sin duda llama la atención cómo desde los gobiernos estatales se siguen manteniendo prácticas arcaicas con la construcción de oficinas para sindicatos charros, generando una merma en las condiciones de todo el resto de organizaciones sindicales, sobre todo porque un derecho es para todos, de lo contrario se trata de un privilegio para algunos.


Desgraciadamente la salud sigue siendo para unos cuantos, con servicios de salud mental sin mayor consecuencia que la muerte silenciosa de la población, donde se mueren por falta de dinero.


Como puede observarse el cártel de las medicinas no existiría sin autoridades de salud corruptas, los mismos que piensan con fines lucrativos a la salud, y la muerte de los pacientes es un efecto secundario a sus objetivos. Mientras esto sucede, las condiciones de atención de la población se encuentran en un estado grave; y no sólo eso, ya que los trabajadores eventuales se encuentran precarizados mientras las autoridades de salud en todos los niveles ricas, como en Dinamarca.
Causas y azares…


Que los centros contra las adicciones o anexos sean administrados por narcotraficantes no es una novedad, como lo anunció una diputada: lo que sorprende es que no haga nada y sigan en la impunidad autoridades corruptas, omisas y delincuentes.
Las campañas políticas son una oportunidad para sacar de la jugada a las y los chapulines, a los arribistas, a los abusadores del presupuesto público, y allí radica nuestro poder público como ciudadanos.
Hasta la próxima, que, si viéramos realmente el Universo, tal vez lo entenderíamos.
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