Crónica | La espera de doña Evelina

Foto: Fernando Quintanar. Evelina esperando a ser vacunada.
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  • “Mi nietecita me registró; yo ya no veo muy bien”
  • Ella, tiene diabetes, es pensionada, sus hijos le ayudan con los gastos, pero aun así tiene una cocina económica

Morelia, Mich. | Acueductoonline/Tere Jaramillo .- Para Evelina el sábado fue un gran día, recibió la vacuna de Covid-19 en Morelia. A las 06:30 horas de ese día se despertó, se bañó, desayunó y partió desde su casa ubicada en ejidal Ocolusen al centro de vacunación instalado en la Unidad Deportiva Venustiano Carranza.
La espera no fue tan grata pues los rayos del sol eran fuertes, sin embargo su hija hizo fila mientras ella esperaba en una pequeña sombra que encontró. Su cita era a las 09:30, pero terminó pasando 11:30, dos horas de espera. “No fue tan malo”, dice esperanzada mientras esperaba la aplicación de la primera dosis.
Al ingresar, una persona le indica donde sentarse le pregunta si quiere agua o fruta, ella acepta una guayaba. Pocos minutos después acude a su lugar una enfermera quien le da indicaciones. El brazo izquierdo es el elegido, aplica la inyección “un ligero piquete” dice la enfermera, Evelina hace un pequeño gesto, todo está bien. “Lo logré”, nos comparte.
La ansiada vacuna ahora ya está en su cuerpo, mientras pasa el efecto dice no sentir nada, más que alivio de que ya tiene vacuna. Mientras espera nos cuenta más sobre ella. Evelina tiene diabetes, es pensionada, sus hijos le ayudan con los gastos, pero aun así tiene una cocina económica donde diariamente abre para trabajar y “ganarme unos pesitos”, pero “no se crea, mi hija me ayuda a atender”.
Entre solloza nos dice que cerró durante un año por la pandemia pero que luego de la apertura de varios comercios le dijo a su hija era tiempo de abrir. “Ayer me hablaron, yo me registre el 4 de febrero, bueno mi nietecita porque yo ya no veo muy bien y ayer me dijeron que hoy tenía cita a las 09:30, que viniera aquí al Venustiano Carranza”, así nos platica mientras come la guayaba que le acercaron en un inicio.
Luego pide un poco de agua, casi al instante se acerca un médico a preguntar cómo se siente y si necesita algo. “Todo bien, doctor” responde. Han pasado 40 minutos y aún no pasa el personal de registro, sin embargo Evelina continua paciente en la silla a la que llegó desde un inicio.
Han pasado 50 minutos, la guayaba ya se terminó, la botella de agua está a la mitad pero se acerca un joven con chaleco beige que dice Bienestar. Se aproxima a Evelina y le pide sus datos: nombre, edad, lugar de residencia, número de contacto, padecimientos.
Rompe una parte del documento que ha llenado y le entrega, es su comprobante donde muestra que ha sido inoculada de Covid-19 y con el que posteriormente le hablarán para la segunda aplicación. Evelina sonríe, una sonrisa de alivio y de “lo logré”. Afuera la espera su hija, quien le pregunta “cómo te fue, cómo estás” sonrientes se abrazan.
Evelina nos cuenta “ya voy a mi casa, que es su casa, voy a descansar para mañana ir al mercado y el lunes a trabajar” Sus palabras son tranquilas, su sonrisa se logra ver aún con el cubrebocas, su cara muestra paz y seguridad.
El calor ya no pega tan fuerte, quizás es el alivio de saberse protegida. Evelina camina hacia el auto, vira atrás y nos regala un saludo como diciendo estoy bien y estaré mejor.

Fotos: Fernando Quintanar