Crónica | Despapaye, miedo y esperanza

Imagen Fernando Quintanar/Acueductoonline
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Morelia, Mich. | Fátima Gabriela Gutiérrez Soto/Acueductoonline.- La vacuna anti-Covid-19 se encuentra ya en la ciudad de la cantera rosa y en una sedes de su aplicación, especialmente a los adultos mayores, el estadio Venustiano Carranza fue un escenario de esperanza.

En las afueras de las instalaciones del deportivo se observó a cientos de personas, la mayoría de la tercera edad; unos iban solos, otros en compañía de algún amigo y los restantes con familiares.

En el lugar se colocaron vallas y cinta amarilla, a la vez que se apostaron decenas de policías para administrar las filas de acceso reconocibles por un pequeño pedazo de cartulina con la hora marcada: 8:30, 9:30…

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“¡No hay acceso sin cita!”, se escucha el aviso que se da a través de parlantes, desde adentro del recinto. El calor de marzo tiene asoleada a la gente que está en una fila sin forma, unos se cubren con sombrillas, otros con el folder donde guardan algunos papeles “por si acaso se los pedían”; unos bien preparados trajeron incluso sillas o bancos plegables.

“Es un despapaye total” dice al teléfono una mujer de unos 42 años de edad, quien está formada para intercambiar después lugar con su familiar a vacunar.

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La cara de incertidumbre y fastidio es la que gobierna en las personas que poco a poco, van ingresando a la unidad deportiva.

Una vez adentro se escucha música de Rocío Durcal y hasta se puede decir que se respira paz. Se sienta a los adultos mayores en filas de sillas plásticas, el orden es impecable.

Los llamados héroes de la salud, vestidos de blanco, los atienden con cariño, les explican que posiblemente les duela un poco la aplicación de la vacuna y que levanten la mano si se sienten mal.

Se les atiende directamente en su lugar, con un carrito pequeño, encargado de llevar la maravillosa dosis y material que necesitan para la noble labor.

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La música de fondo cambia y ahora se escucha la agradable voz de Emmanuel y su éxito ‘Quiero dormir cansado’. Un hombre llama a sus hijos por celular “Ya tengo la vacuna, para que ya no tengas miedo, me siento bien y voy a estar bien” dice, con voz dulce.

Después de esperar 30 minutos, el personal de apoyo encamina a quiénes ya tienen la vacuna hacía la salida, con paciencia acompañan su paso lento.

La cara de aquellos que salen es otra, se les ve sonrientes, confiados y agradecidos, pues fueron inyectados con dosis de esperanza ante una pandemia aún, latente.