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Morelia/Vianey J. Cervantes

Imagen: Vianey Cervantes G.

Ni la más torrencial e inesperada lluvia de mayo pudo disuadir al mexicano de ver a quien porta la voz de la verdad en un “país de muertos”, en un país con 125 periodistas “silenciados” impunemente por realizar con empeño su labor.

 

María del Carmen Aristegui Flores, con las manos sobre el pódium y el alma hasta el cielo, fijaba su mirada en los ojos de los asistentes, a los cientos de michoacanos. La plaza principal de Pátzcuaro, Vasco de Quiroga, se llenó desde horas antes de su llegada. Los girasoles que adornaban el escenario eran un reflejo de vida, de esperanza, un símbolo, quizás, de lo que representa esta periodista para los miles de mexicanos que día a día se juegan la vida por gritar la verdad.

Imagen: Vianey Cervantes G.

Como lo dijo su buena amiga, Denise Dresser, quien, por casi 20 años, ha sido su compañera, amiga y una incansable luchadora de la verdad, – el dúo dinámico, la sal y pimienta, el sol y la luna, las valientes – Aristegui ha sido una mujer con sonrisa franca que se ha atrevido a decir que México es un país de corruptos, de ser “quien se ha atrevido a decir que el Emperador está desnudo”.

Dresser hablaba como una poeta, imposible sería para mí recordar lo que en prosa dijo ella sin recurrir a la cita textual, hay palabras que calan tan hondo como la más fría lluvia. Definió a México como “un país trivial de descalificaciones y críticas”, la presea es una necesidad de rescatar lo bueno, de premiar a los héroes, de impulsar a los espíritus combativos contra la terquedad de un país cegado.

Dresser, con su narrativa de escritora, citando a George Orwell, escritor del espantosamente real libro “1984”, refirió que la galardonada se entregaba día a día a “decirle a los demás lo que preferirían no oír”…

Imagen: Vianey Cervantes G.

Que el padre Maciel es un pederasta…
Que Emilio Gamboa negociaba legislación en el Senado con un protector de pederasta,
Que Mario Marín celebró darle un coscorrón a Lidia Cacho con botellas de coñac,
Que Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre operaba una red de prostitución financiada por el erario público,
Que la primera dama compró, con el sudor de su frente, (“o quizás otras partes”, agregó Dresser, ganándose los aplausos de un pueblo asqueado) una casa que está a nombre de un contratista beneficiario de multimillonarias licitaciones…

La lluvia acaeció con una furia extraña, las enormes gotas golpeaban los rostros, las cámaras, las cabezas emocionadas. A medio discurso y después de pedir una sombrilla (“uno nunca sabe qué le va a tocar en este país”), Dresser le preguntó a la audiencia si debía continuar, su respuesta fue un sonoro y unísono: ¡SÍ!

Imagen: Vianey Cervantes G.
Imagen: Vianey Cervantes G.

Carmen Aristegui vestía la ropa típica de Michoacán, una blusa negra con flores bordadas de colores. Su sonrisa tranquila permaneció durante su discurso, sus puños apretados narraban el coraje que sentía, la inspiración que cada día la despertaba. El Sol voluble salió de entre las nubes para formar un arcoíris con los restos de la lluvia, de nuevo, como los girasoles, una señal de esperanza entre la podredumbre del país. “Son 125 asesinados en 17 años, en un país donde hay decenas de miles de muertos, pero podrían ser más, porque no hay cifras. Los muertos están ahí”.

La presea Gertrudis Bocanegra, entregada a la periodista representa una oportunidad para este país. Para quienes, en palabras de Aristegui, trabajan para contar la verdad, para investigarla, para decirla, para documentarla, vivir para informar y que la sociedad lo sepa, cuando se mata a un periodista en este país de muertos, se muere la sociedad entera”. Los gritos y aplausos fueron estruendosos, los michoacanos, cuna de violencia, enfrentamientos, cultura y tradición, se animaron ante un discurso sincero. Nada de veinte minutos de agradecimientos a funcionarios, nada de bromas chuscas o siete cuartillas de discursos ensayados, solo una mujer entregada a su labor, parada frente a cientos de personas con la verdad en la mano.

Gertrudis Bocanegra fue una mujer decidida a dar la batalla por vencer la opresión, por ser independiente. Una mujer que lo perdió todo por defender una causa. Aristegui preguntó entonces, si a la memoria de todas esas personas que dieron la vida por el país, y estando obligados a preguntarnos, más de doscientos años después, “¿México es un país independiente?, ¿Honramos la democracia?, ¿Valió la pena las vidas, el esfuerzo?”.

Imagen: Vianey Cervantes G.

Hizo un llamado (más que nada a las escuelas primarias y secundarias, según recuerdo yo) a no ver la historia de nuestro país como una serie de efemérides, sino como una motivación para lograr el país que queremos. El tema del libro “La distropía Mexicana” salió al tema, una lectura recomendada para todos aquellos que quieren conocer el México que nadie quiere, pero que estamos siendo. Los michoacanos emocionados no dejaron de gritar, de apoyar y no perdieron la oportunidad de abuchear a la representante del gobernador Silvano Aureoles, el “ausente” incómodo de la tarde.

Finalmente y para cerrar esta crónica, vuelvo al discurso poético de Denise Dresser, justo al momento en que da los nombres de los sitios más peligrosos para ser periodista: Quintana Roo, Veracruz (la sede de la impunidad), Guerrero y la majestuosa y tambaleante Ciudad de México, lugar de origen y permanencia de Carmen, quien, como Gertrudis, se atrevió a levantar la voz y decirle al gobierno lo que no quiere que sea dicho. “Guardar silencio no es una opción”.

Imagen: Vianey Cervantes G.

Porque ser demandada por quienes se expone, por arriesgar la vida, por gritar la verdad, por defender el derecho a la libertad de expresión del mexicano, por ser el contrapeso de un México impune, porque lanzar la piedra sin esconder la mano y mostrando el rostro requiere coraje. Y, cito, “para mostrar la verdad en un camino minado de mentiras, crear ese lugar que informa y reta y ofende y enoja, ahí está cada mañana y cada noche, ahí está ella en su archipiélago de libertad”.

Imagen: Vianey Cervantes G.