Ansiedad y depresión: Un problema de salud pública | Penélope Ochoa Trujillo

columna, depresión
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Ansiedad y depresión l Análisis

Iniciaré este texto, relatando una experiencia recurrente que he tenido en algunas reuniones o charlas con una o varias personas cuando se toca el tema de la ansiedad o la depresión.

Es verdaderamente preocupante cómo hemos desarrollado como sociedad este mecanismo de defensa, hablando de “ La negación” a un problema de salud mental tan común y tener el atrevimiento de llamarlos enfermedades de moda, cuando seguramente y esto es un hecho que estadísticamente se puede comprobar, algunas de estas personas o alguien cercano ha desarrollado esta condición en algún momento de su vida.

La ansiedad está caracterizada generalmente de episodios de angustia y miedo incontrolable ante situaciones que pueden o no estar sucediendo en ese momento, pueden incluso ser ideas negativas recurrentes imaginarias.

Este fenómeno que esta desencadenado por el miedo, vuelve atípica la producción de ciertas sustancias en el cerebro como el cortisol y la adrenalina, que son las encargadas de movilizarnos y reaccionar ante una situación de peligro. Claro que al no existir dicha amenaza real, el individuo no desahoga estas sustancias de su cuerpo, ya que no se genera una reacción física real, lo cual empeora los síntomas de una crisis de ansiedad.

A esto, podemos sumarle una larga lista de síntomas anexos como: pensamientos negativos recurrentes, palpitaciones y respiración acelerada, episodios de llanto incontrolables, ideas angustiosas persistentes, momentos de desconexión de la realidad, entre otros síntomas que se suman a la larga lista, que convierten la ansiedad en algo serio que estadísticamente se suma a los problemas de salud pública.

Estos síntomas de ansiedad, permean las condiciones ideales para el desarrollo del segundo trastorno que quiero abordar en este texto: la depresión.  Cuando hablamos de depresión es importante tener la conciencia de que todos los seres humanos estamos conectados en mayor o menor medida con nuestras emociones, sean negativas o positivas; así que es normal sentir tristeza, frustración, desesperación, llanto o momentos de desmotivación.

Sin embargo; lo que determina si se desarrolla o no esta enfermedad, es la duración, que varia entre autores entre los 15 y 30 días de la presencia recurrente de estas emociones, además de la intensidad o gravedad de su desarrollo.

La depresión, es una enfermad como lo es el cáncer, la influenza o cualquier padecimiento físico diagnosticado por un médico. Puede manifestarse con llantos prolongados, desmotivación, pérdida de interés, aislamiento, pérdida o subida de peso atípica, insomnio, dificultad para realizar tareas simples como ir a trabajar, el ejercicio, irritabilidad, hipersensibilidad, reaccionar descontroladamente a situaciones, llantos repentinos, entre otros y puede ser detonada por tres factores distintos según la guía de autoayuda para la depresión y los trastornos de ansiedad:

Biológicos: Cuando algunas sustancias del cerebro no se están produciendo normalmente como es el caso de la serotonina.

Genéticos: La propensión que se genera por tener un familiar cercano que haya presentado este trastorno a lo largo de su vida.

Sociales: Aquellos que se detonan por un acontecimiento difícil, como la pérdida de un ser querido, procesos de duelo, el desempleo, situaciones de crisis económica, entre otros.

Ya descritas las características de cada una de las condiciones de salud mental antes mencionadas, quisiera aterrizar en un contexto de realidad social.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en su encuesta Nacional de Bienestar Autorreportado (ENBIARE) 2021, arroja tres datos que considero importantes en el acenso de la estadística de la población con ansiedad y depresión en el País.

1.- El 19.3 por ciento de la población adulta, tiene síntomas de ansiedad severa y el 33.3 por ciento presenta síntomas de ansiedad mínima o en un grado menor.

2.- Entre junio del 2020 y julio del 2021, el 14.8 por ciento de la población perdió su trabajo y su fuente de ingreso sin poder recuperarlo.

3.- La población con síntomas de depresión, asciende un 15.4 por ciento de la población adulta y en el caso de las mujeres un 19.5 por ciento, por factores culturales y sociales como son la vida en casa, menor oportunidad de desarrollo profesional, sueldos más bajos y diversas circunstancias de discriminación e inequidad que aún no se han podido erradicar.

Considero que lo anterior, nos da un panorama importante.

Quiero concluir destacando, que el incremento de la presencia de estas dos enfermedades no es casualidad. Está desencadenada de situaciones políticas, culturales y económicas que no se han solucionado de manera coherente en el país.

Es bien sabido que la salud es un derecho humano fundamental imprescindible, pero también que en México no se cuenta ni con la infraestructura, el personal y mucho menos la economía que pueda solventar y poner la salud mental como una prioridad de atención para la ciudadanía. Basta con asistir a una sala de emergencias de cualquier sistema de salud publica y darte cuenta que estás clasificado por colores :rojo, amarillo o verde, dependiendo del riesgo que corre o no tu vida, sin mencionar el mal trato del personal médico (que obviamente no podemos generalizar).También hay personal muy comprometido con su trabajo y la vida de las personas, por que al final de la historia todo se resume en eso, de su trabajo depende la vida.

Aún si la vida de una persona se mantiene en manos de un sistema de salud repleto de médicos que no dan servicio, pero si aparecen en una nómina saturada de cobradores, de otros 500 que vendrán a dar atención a las zonas marginadas desde cuba, estemos o no de acuerdo en ello, cobren o no lo mismo que los médicos Mexicanos.

Incluso bajo estas circunstancias, ¿dónde queda la salud mental?.

Siempre un paso atrás de las prioridades del gobierno, aunque ya representen estadísticamente un problema de salud pública.