“Acércate córrele, a ver si te saluda…”

Foto: ACG
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Morelia/ Julieta Coria

Una ciudad en calma, una ciudad bajo un cielo nublado con sus principales calles cerradas y sin el citadino ajetreo diario, era el escenario perfecto para recibir al presidente electo Andrés Manuel López Obrador, en la gira que realiza por todo el país, como parte del “agradecimiento”.

La hermosa catedral moreliana resguarda a sus pies cientos de hombres y mujeres que curiosos y emocionados, la mayoría, caminan por la espectacular Avenida Madero entre gorras, playeras y demás objetos llenos de imágenes del futuro presidente de México, en busca del mejor lugar para verlo mejor “¡Pejellaveros, de diez de a diez!” “Pásele, pásele acá la pejetaza!” algunos de los gritos de docenas de comerciantes.

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Poco a poco empiezan a llegar, han pasado de ser unos cuantos, a cientos y cientos por todo el lugar; hombres, mujeres y niños se preparan para la esperada visita, hay quienes incluso cargan las tortas, los refrescos y los cafés para amenizar la mañana amlista en la ciudad.

Bajo un enorme toldo blanco, con miles de sillas negras la gente ha acudido a presenciar un discurso, como quien espera con ansias y con la fe a ciegas; un ídolo personal.

La catedral marcaba las 11 de la mañana, ya las campanadas habían replicado, una y otra vez, como anunciando la llegada del “Mesías”. Había llegado, las porras se escuchaban por todo el lugar cerca del hermoso y colonial Palacio de Gobierno, entró sonríete, viste casual, se le nota fresco, alegre y tranquilo.

“¡Es un honor, estar con Obrador, es un honor estar con Obrador!” una y otra vez, justo cuando arribó a Palacio de Gobierno.


Los ‘morenistas’ se diferencian desde lo lejos, sus rostros son de emoción de alegría, corean las porras en todo momento, pero sobre todo se identifican el color guinda característico, las gorras las sombrillas, las playeras todo era permitido al evento del futuro presidente de la Nación.

De frente en la espera del edificio gubernamental, ya lo espera el gobernador Silvano, quien por algunos minutos permaneció de pie, volteando en repetidas ocasiones al lugar donde pasaría, el presidente electo. Con gran cordialidad lo recibe, el abrazo fraterno, el gran apretón de manos, la sonrisa frente a frente y juntos entraron a la programada reunión, privada por supuesto.

Por más al menos dos horas, fue lo que duró la reunión, para tocar los temas más importantes en la agenda de Michoacán, los funcionarios de primer nivel se encontraban reunidos para escuchar atentos cada palabra del hombre que ganó el pasado julio las elecciones con el respaldo de millones de mexicanos.

La prolongada reunión culminaba, más tarde de lo acordado, la gente empezaba a gritar, a chiflar para que el multidinario evento, se han cansado y a gritos piden la presencia del hombre líder de Morena.


El cielo nublado había desaparecido, en su lugar los pesados rayos del sol empezaban a caer a plomo, Obrador caminaba entre la multitud que no le permitían avanzar, todos quieren saludarlo, todos quieren tomarse la foto, o por lo menos tocar su mano, su hombre su cabeza.

“¡Ahí viene, ahí viene, acércate córrele a ver si te saluda”! una mujer de edad avanzada le dice a otra, desbordadas en alegría.

Después de una larga caminata que lo llevó, entre tumultos, Andrés Manuel subió al templete curtido por los calores morelianos. Les dio el mensaje que esperaban escuchar e, inclusive, bromeó; “Va gobernar, “ya saben quién”.


Como una estrella de rock, Andrés Manuel movió a sus simpatizantes como quiso, cuando quiso. Las porras no cesaron, mientras sus palabras los hipnotizaban. El mensaje no sólo fue escuchado por quienes lo siguen y lo admiran. También las autoridades estatales y municipales estuvieron al tanto.

No por nada, casi toda la prensa local y nacional no lo perdía de vista, los comerciantes y la gente cerca del lugar interrumpieron sus labores para seguir, desde sus oficinas y balcones, el mensaje del Peje.

Así, López Obrador nuevamente llenó la plaza y colocó la bandera de Morena en esta parte del estado, como cabeza de playa, para invadir con su presencia a lo largo del país.