Opinión | Columna
Para gobernar o ejercer el poder debemos partir de la premisa de que cualquier autoridad, en cualquier orden de gobierno, Poder del Estado u organismo, tiene obligaciones constitucionales y/o legales, que establecen cuáles son sus funciones.
Pero no solo se trata de cumplir con un mandato legal; también hay que construir políticas públicas o proyectos que permitan fortalecer el desarrollo económico, social, cultural o humano de un país, estado o municipio, para lo cual se requiere habilidad, sensibilidad, gestión y mucho diálogo.
La política no es otra cosa que el arte de gobernar, de construir acuerdos, tender puentes y mantener diálogos suficientes para ejecutar proyectos en beneficio del colectivo; el respeto y la tolerancia son fundamentales para el buen tránsito de los proyectos o las políticas públicas.
Generalmente, los proyectos no se materializan cuando no se logra construir acuerdos que los sustenten. Ninguna idea o proyecto sale avante sin la habilidad para tender puentes; es decir, es indispensable establecer alianzas que posibiliten alcanzar los objetivos trazados.
Ahora que estamos inmersos en procesos electorales veremos quizá propuestas, pero de igual manera señalamientos entre quienes portan las candidaturas; sin embargo, ellos y ellas saben que, para alcanzar los votos suficientes para ganar y acceder al poder, también requieren construir acuerdos con actores sociales y políticos (incluso con la fuerza contraria). No se trata solo de ofrecer discursos prometedores: En las elecciones se requiere hacer política, solo así se alcanzan los triunfos.
Comentario por el 8 de marzo
En México aún prevalece el debate sobre las manifestaciones del 8 de marzo por la conmemoración del Día Internacional de la Mujeres, o por cualquier manifestación que se realice para defender derechos o exigir justicia por el crimen cometido en contra de una mujer. Y señalo que existe un debate porque todavía hay personas que se ofenden más por una pinta a un inmueble que por una mujer asesinada, violentada o víctima de acoso laboral o sexual, lo que resulta en un “menosprecio de los derechos humanos”; esto es: aún no logra permear en toda la sociedad la importancia del reconocimiento y respeto de los derechos de las mujeres y las niñas, su derecho a la igualdad y la dignidad.