Morelia/ Ramón Méndez
En la responsabilidad de difundir noticias veraces entre la sociedad, esta vez una relativa al operativo de seguridad que se ofrece al estado en el periodo vacacional de Semana Santa 2014, para que turistas y habitantes tuvieran su alma tranquila y su cuerpo bien conservado, cuando saltó por Internet la nota de que venía en marcha de protesta, hacia el Palacio de Gobierno, un fuerte grupo de personas, muchas uniformadas, unas doscientos, tal vez más, de policías que sirven al estado de Michoacán.
Salí de la oficina apresurado, para enterarme por mí mismo del caso. ¿Cómo era que venían en protesta justo cuando se realizaba el operativo de seguridad de la Semana Santa?
Venían en la marcha elementos del Grupo de Operaciones Especiales, de la Policía Preventiva, del Agrupamiento Femenil, y no pude saber de qué cuerpos policiacos más.
Habían salido en manifestación del Monumento al Policía Caído, sito en los jardines de la Procuraduría General de Justicia del Estado, cerca de las once de la mañana; marcharon por la avenida Siervo de la Nación, luego por Periodismo, hasta que llegaron a Madero Poniente, donde emprendieron su camino hacia el Centro Histórico de Morelia.
Los encontré enfrente del templo de Mater Dolorosa, y no gritaban consignas; iban a paso rápido. Varios motociclistas, seguramente en turno de servicio, cerraron la circulación de vehículos para darle paso a la manifestación. Era el pleno mediodía, las doce, tal vez un minuto o dos más.
Intenté hacer preguntas, pero los policías no quisieron entrar en explicaciones. Me contestaron con frases cortas y secas: “Al gobierno le gusta dar atole con el dedo: Se hizo un convenio y no se ha respetado, el gobierno está pagando a su estilo, con puras trampas”.
El convenio a que se referían se remonta viernes al 21 de marzo, en que hubo otra marcha de protesta de los policías, y negociaron con J. Reyes Antelmo Esparza Verduzco, director de Gobernación estatal, la solución a sus demandas, que el funcionario prometió cumpliría el gobierno el lunes siguiente, 24 de marzo. Pero el trato no se hizo efectivo. Por eso los policías venían otra en marcha hacia Palacio de Gobierno.
No era posible entrevistar a alguno de ellos en particular. Unos de plano se negaban a responder cualquier pregunta, y otros con ese tono seco ya mencionado, como si el interrogador tuviera ya que estar enterado de lo que les pasaba. Al caso, quienes hablaron no quisieron decir sus nombres. Decían: “No. Hay compañeros que por esos motivos han sido torturados física y moralmente; luego nada más se les suelta y les dicen: Cuidado la hagas de pedo, porque te pesa”.
A las doce con siete minutos cruzamos la calle Cuautla, y dado el paso rápido a las 12:20 estábamos frente a Palacio de Gobierno. Los que había interrogado en la veloz caminata no quisieron hablar más. Señalaron un grupo que estaba reunido en medio del gentío, y dijeron que ahí había un oficio, un pliego de peticiones.
En la bolita humana que estaba en medio de la Avenida Madero estaba un hombre de más de cuarenta años, tal vez hasta cincuenta, moreno y de bigote recortado con sobriedad, a quien algunos de ellos se dirigieron llamándolo “comandante”, pero sin decir su nombre ni apellido. Leía en voz alta el pliego de peticiones que los movilizaba:
Aumento de salarios; adición del cheque complementario al sueldo base; establecimiento claro de un sistema de trámites para el pago de viáticos; pago de becas destinadas por la federación para los hijos de policías. En torno al de la voz se apretujaba un grupo grande de manifestantes, y apuntaban algunos agregados al escrito que se estaba leyendo. Varios tomaban notas en hojas sueltas o pequeños cuadernos.
Entre las voces en torno se alzó la de una señora, protegido su cuello por un collarín y su brazo izquierdo con cabestrillo, para exigir que en el petitorio se incluyera el derecho de las mujeres policías a la atención debida de servicios médicos, que en su discurso daba por obvio no tienen tal protección en su maternidad. “Nosotras, las mujeres policías, también tenemos derecho a embarazarnos”.
Salió del Palacio de Gobierno una funcionaria menor, o secretaria de alguna oficina, a ofrecer que pasara una comisión de los manifestantes que protestaban a hablar con el director de Gobernación, el licenciado Esparza, y los policías en protesta rehusaron la oferta. Pidieron que los atendiera directamente Marco Vinicio Aguilera Garibay, secretario de Gobierno, pues en su marcha del 21 de marzo habían negociado con Esparza y los acuerdos a que llegaron no fueron cumplidos.
Faltando veinticinco minutos para la una de la tarde una comisión de los manifestantes ingresó al Palacio de Gobierno supuestamente para entrevistarse con Aguilera Garibay y llegar a acuerdos, pero seguramente tales acuerdos no llegaron al cabo, pues los policías en protesta están en plantón frente a Palacio de Gobierno ya comenzado el Jueves Santo de esta Semana Mayor, ausentes del operativo de seguridad que se realiza para protección y salvaguarda de los turistas, los habitantes y los avecindados.