Morelia, Mich. | Acueducto Online/ Jaqueline Espinoza.- La belleza de los trajes típicos, las danzas y la música gloriosa del Estado, fueron presentados durante una noche mágica llena de estrellas en el K’uincheKua.
Las Yácatas de Tzintzuntzan, es sin duda el lugar perfecto para conectar con la naturaleza y vivir una experiencia única que hizo que todos los asistentes se sintieran orgullosos de ser michoacanos.
La experiencia comenzó desde que obtenían sus accesos, pues la función del 16 de marzo fue especial para los pobladores de Tzintzuntzan y los medios de comunicación.
El trayecto de 5 minutos a pie que hay que recorrer para llegar al escenario se siente ligero, remueve emociones y hasta el frío que se genera por estar practicamente al lado del lago, se olvida.
Aproximadamente 2500 personas caminaron hacia la zona donde comienza la magia, no solo los niños se emocionaron, los adultos no pudieron ocultar su impaciencia por ver el gran show de 2 horas y 15 minutos.
Y están ahí, con trajes espectaculares, con poses que a cualquiera le acalambraría el cuerpo y luces de colores que embellecen el área, son los colaboradores y artistas que se unieron a la fiesta de Michoacán.
Un sendero largo y luminoso llevó a los espectadores a vivir completa la experiencia, estaban entrando a un mundo misterioso, mágico y sobre todo lleno de historias.
Al pie del escenario, las bancas acolchonadas esperaban ya a los invitados de honor, los pobladores de Tzintzuntzan, en los que se podía observar desde bebés en brazos hasta hombres y mujeres de más de 90 años que llevaban arrastrando una historia milenaria.
El arranque de la fiesta provocó gritos, aplausos y euforia en todos los presentes, una voz gruesa y varonil sonaba en las bocinas mientras daba cuenta del origen de Michoacán.
El gran regalo dado a los habitantes fue el oro y la plata, el fuego ardiente ayudo a que el cobre surgiera de entre las cenizas y así, floreció el gran imperio purépecha.
Michoacán fue invencible por mucho tiempo, una tierra de paz y tranquilidad, así como de hermandad, hasta la llegada de los hombres pálidos montados en bestias.
Se funcionaron técnicas y saberes ya que los purépechas eran incomparables en el manejo de los metales, fue así que Michoacán fue evangelizado.
Al fondo de ese gran escenario, la técnica de videomaping fue usada para proyectar imágenes creadas de manera digital, pero que parecían tan reales y a la vez mágicas, los ojos de los presentes no podían dar cuenta de lo que estaban apreciando.
Uno de los momentos cumbres fue el inicio del espectáculo sobre el escenario, una orquesta tocó y engalanó la noche, esa en la que se puede escuchar el ruido de la naturaleza y las estrellas son tan brillantes.
La marimba llega a encender los ánimos, pues mientras la orquesta se retira, 3 parejas de bailarines comienzan a zapatear al ritmo de la música que sus instrumentistas van llevando.
Los aplausos de los pobladores no se hacen esperar y los gritos que provocó el entusiasmo con que se baila sobre el escenario llegaron hasta las butacas.
Los pequeños se encontraban sorprendidos cuando llegó el momento de mostrar una actividad cultural, el juego de pelota encendida se realizó sobre el escenario y la bola que ardía atravesó por los aires dejando con la boca abierta a todos.
No solo fue la maravilla que era ver fuego en el aire, sino lo extremo que fue ver caer la bola sobre los cuerpos de los jugadores.
Con la danza del venado, Nana Paula, una mujer de 103 años, dejó sorprendidos a todos al bailar sin ninguna limitante de su cuerpo con más de un siglo de vida.
La abuelita con el cabello canoso pero gran fortaleza demostró que no hay límites y que la cultura y orgullo de ser michoacana la mantienen viva.
Michoacán es tierra de pescadores, al sonar las primeras notas de la danza del pescado, todos se pusieron de pie, sacaron sus celulares para grabar y hasta para bailar, este fue uno de los momentos en los que más sensibilidad y hermandad se pudo notar en el público.
Transcurridos ya varios números, el baile de los moros fue una apreciación no solo a la danza, sino a los trajes y mascaras llenas de lentejuelas y colores que hacen que el baile sea un apapacho a la vista.
Juegos pirotécnicos y caballos anunciaban que la aventura iba acabando, el cielo se pinto de dorado, verde, blanco y rojo mientras el escenario era pisado por danzantes y dos caballos blancos, montados por artistas, bailaban a las orillas.
Como era de esperarse, la danza de los viejitos no podía faltar, las máscaras que denotaban el paso de los años en los rostros y los sombreros con listones colgando, pusieron la pauta para captar la atención de todos.
Al retirase los viejitos, Juan Colorado, fue interpretado mientras docenas de drones aparecieron en lo alto, la noche ya no solo brillaba por las estrellas, sino por las figuras, colores y palabras que cada minuto se iban formando en aquella hermosa velada.
Con caras de felicidad, llanto por presentar lo que se ensayó por tantos meses y el público de pie aplaudiendo, los más de 400 artistas salieron una vez más al escenario a agradecer a la noche y a quiénes este día conocieron el orgullo de ser puro Michoacán.