Un 15 de septiembre entre banderas y blindados

Las primeras luces del día asomaban en el feriado por el Día de la Independencia. La avenida Madero, peatonal por un rato, se transformaba en un río de gente, con las banquetas tapizadas de sillas, preparadas para recibir a las familias que esperaban ansiosas el desfile.

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Morelia, Mich. | Acueducto Noticias.- Las primeras luces del día asomaban en el feriado por el Día de la Independencia. La avenida Madero, peatonal por un rato, se transformaba en un río de gente, con las banquetas tapizadas de sillas, preparadas para recibir a las familias que esperaban ansiosas el desfile. A medida que uno se acercaba al corazón del Centro Histórico, el estruendo de las bulbuzuelas era ensordecedor, haciéndose imposible mantener una conversación, los pensamientos quedaban ahogados por el bullicio patriótico.

El ambiente estaba cargado de emoción. Las personas, ataviadas con los colores verde, blanco y rojo, agitaban banderas, matracas y otros objetos con temática mexicana. Todos esperaban el inicio del desfile que conmemoraba el 214 aniversario de la Independencia de México. Frente a la Catedral, la expectación era palpable.

Una banda de guerra mantenía posición firme, mientras a su lado se erguía un blindado del Ejército, vigilado por un soldado que, en su torreta, permanecía como estatua, inmutable ante el ir y venir de la prensa y el público.

Finalmente, el desfile comenzó. El primer contingente, representantes del municipio, marchaba con cadencia pero sin llamar mucho la atención. A ellos les siguieron varios grupos escolares, destacando la Casa Hidalgo, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, siempre imponente en estos eventos públicos. Pero el verdadero fervor del público llegó cuando el Ejército Mexicano hizo su aparición.

Los soldados, con su batallón de infantería al frente, ondeaban la bandera nacional mientras sus vehículos blindados, enormes y pesados, avanzaban como gigantes por la avenida, simbolizando la fuerza militar que resguarda a la población.

Detrás del Ejército, la Guardia Nacional apareció con su característico uniforme gris, pasando frente al Palacio de Gobierno, donde los representantes del poder ejecutivo, legislativo y judicial observaban desde el balcón.

La Policía de Morelia también tuvo su turno, mostrando su preparación tanto en reacción como en prevención, con oficiales, binomios caninos y vehículos motorizados desfilando con orgullo. La Guardia Civil, con una presencia aún mayor, impresionó al público con unidades antiexplosivos, lanchas, blindados y hasta helicópteros que surcaban los cielos de la ciudad.

Cerrando el desfile, los cuerpos de emergencia desfilaron bajo el reconocimiento del público: bomberos, Protección Civil y paramédicos de diversas instituciones como la Cruz Roja, todos ellos comprometidos con el bienestar de la ciudadanía. A ellos les siguieron las escuelas militares, con niños que, vestidos como soldados, marchaban con una precisión sorprendente, algunos portando imitaciones de uniformes de gala y otros con vestimenta táctica.

El desfile concluyó con las imponentes caballerías charras. Los caballos, de colores negro, café y blanco, desfilaban majestuosos, con trenzas y adornos patrios, impresionando a todos los presentes con su elegancia.

Al pasar el último caballo, aquel soldado que vigilaba desde su torreta rompió su silencio: “6 mil 320 personas, 110 vehículos, 45 motos, 25 bicicletas, 10 caninos, 290 equinos, 4 lanchas, 36 banderas. Sin novedad, mi General”. Con ese anuncio, el desfile patriótico llegó a su fin, marcando otra jornada de orgullo y tradición en Morelia.