Morelia/Héctor Tapia
El primero en llegar al evento en Casa de Gobierno fue el Mandatario michoacano, Salvador Jara Guerrero, tarde 30 minutos, pero llegó; aun así no podía iniciar el evento sin el constante asistente-invitado especial de los eventos del gobierno federal y del gobierno del estado, el Comisionado para la Seguridad de Michoacán, Alfredo Castillo Cervantes.
El gobernador charló con uno y con otro asistente al evento del inicio de operaciones de 29 Centros de Desarrollo de las Mujeres; se tomó foografías, sonrío, bromeó, de alguna manera tenía que alargar el inicio del evento, el comisionado seguía sin llegar.
De pronto, del Salón Independencia de la Casa de Gobierno, el gobernador del estado salió por la puerta trasera, seguido por sus inseparables escoltas de seguridad.
La puerta se quedó abierta, de un par de camionetas que se veían en el exterior descendieron el Comisionado Alfredo Castillo Cervantes y el Procurador General de Justicia del Estado, Martín Godoy Castro.
Castillo Cervantes se venía colocando el saco del traje, tuvo que morder los papeles que traía en las manos para poder, también, dar un fuerte y rápido abrazo al mandatario michoacano, esto en el exterior del salón. Ahí se quedaron.
Godoy Castro comenzó a explicarles “algo” tanto al gobernador como al comisionado, mientras lo hacía, fruncía el ceño, levantaba una mano y la agitaba como dando detalles. Mientras tanto Jara Guerrero y Castillo Cervantes ponían imperturbable atención.
Alrededor de ellos los escoltas aguardaban, miraban de un lado a otro, haciendo su labor de vigilancia.
Castillo, atento, levanta una ceja observando al procurador, se lleva una de las manos a la frente. Godoy Castro, mientras tanto, de frente a los otros dos, sigue explicando.
Avanzaban los minutos, ya iban 10 desde que el gobernador del estado salió del Salón Independencia, y seguían charlando afuera.
Al advertir las miradas de los medios de comunicación a la triada que dialoga, los escoltas simplemente cerraron la puerta del salón y hacia el exterior ya nada se podía ver, dejando al team back en su deliberación.
Tardaron por lo menos otros cinco minutos, abrían y cerraban la puerta los elementos de seguridad para que entrara o saliera uno que otro funcionario. Pero no dejarían de nuevo la puerta abierta.
Se volvió a abrir la puerta, y como si se hubiera reescrito el guion, ahora la triada avanza sonriente desde, de nuevo, las camionetas camino al Salón Independencia donde los asistentes aguardan, tras 40 minutos después de lo programado, que inicie el evento. Seguro hay alguna información de peso que había que discutir.