Morelia/Samuel Ponce Morales
Para los peatones, la hasta hoy inexplicable huelga de los burócratas estatales ha sido una piedra en su diario andar, ha sido un caminar con obstáculos; para ellos las calles pero sobre todo las banquetas ya no son iguales, han perdido el fluir del ir y venir.
Y, en el “corazón” del centro histórico de la capital michoacana, para los peatones los obstáculos y los peligros no son menores. Los burócratas tienen tomadas las banquetas, las han hecho suyas, han roto el derecho del libre tránsito de los de a pie.
Uno, el peatón, tiene que detenerse en el caminar de la banqueta y esquivar el punto de guardia huelguística, bajar a la calle, al pavimento vehicular, para proseguir su camino en un inevitable zig zag.
A ellos, a los burócratas no les importa, solo seguir los más cómodos posible, una sombra, un asiento, escuchar su música, ver sus programas televisivos favoritos, charlar, manipular sus aparatos digitales y comer a la hora en que su estómago la pida.