Acueducto Online | Columna
1.- En el caso de la figura pública de Guillermo Valencia no puede uno dejar de preguntarse si todavía puede ser capaz de comportarse como debe ser un verdadero líder de oposición y dejar a un lado al dirigente bravucón de una de las más controversiales organizaciones en el estado como lo es Movimiento Social.
2.- De hecho, todavía no lo es en su papel como presidente del Comité Ejecutivo del PRI en Michoacán, en donde oscila en desdibujarse al establecer una estrategia para denostar a sus enemigos políticos con mayoritarias declaraciones sin sustento, a bote pronto, así, sin más, sin fundamentos creíbles, sin cerciorarse del todo.
3.- Él debería seleccionar a sus enemigos políticos inmediatos, no por inercia, sino por las circunstancias y que en este caso dirigidas hacia visibles errores gubernamentales, que no son escasos; diseñar campañas ben delineadas en temas focalizados, a corto y mediano plazo, y socializar con tino los señalamientos.
3.- Y, es que, parece no entender que, de todos los líderes partidistas, él podría tener el mayor peso político en sus decires, teniendo enfrente a dirigencias perdidas: el PRD en su micro espacio, el PAN en su palidez, el PES en su sin brújula, el MC en su imberbe balbuceo y el PVEM en su abierta alianza morenista.