Pátzcuaro Rebelde 1766-1767 | Pável Uliánov Guzmán

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Morelia, Mich. | Acueductoonline.- En México, durante la fase de la colonia, la lucha de clases estuvo esencialmente presente a través de la resistencia indígena, bajo este marco, en los años de 1766 y 1767 se manifestó en Pátzcuaro uno de los estallidos sociales que tuvo mayor significancia en el siglo XVIII en la entonces “Nueva España”, al grito de ¡Guerra! y ¡Muera el Mal Gobierno! cientos de indígenas y mestizos se levantaron en armas, adelantándose a lo que 43 años acontecería después, la lucha por la independencia.

En un contexto general de absolutismo, a partir de 1760 en México se comenzaron a implementar las reformas borbónicas, cambios políticos-administrativos tendientes a concentrar el poder monárquico y acrecentar las arcas reales, transformaciones realizadas principalmente mediante las imposiciones políticas (secularización de las parroquias, restricción de la influencia de los ayuntamientos y acotamiento de oligarquías regionales), pero sobre todo a través del aumento superlativo de los impuestos (tributo, alcabalas, pulque) así como por medio de la creación de monopolios (tabaco y pólvora).

Paralelamente a las reformas, en nuestro país existía un ambiente de profunda desigualdad social, los españoles concentraban brutalmente la fuerza de trabajo en beneficio de la metrópoli y a su vez, a favor de la concentración originaria de capital de Europa. El saqueo sistemático de los metales preciosos y recursos naturales, así como la inhumana explotación indígena, fueron las constantes durante el colonialismo.

En esa época, Pátzcuaro era una “ciudad principal”, capital antigua del Señorío P’urhépecha, núcleo religioso de Vasco de Quiroga, asiento de la nobleza indígena y lugar de residencia del gobernador o principal indígena. En síntesis, una conjunción de características históricas, políticas y religiosas convertían a Pátzcuaro en el principal centro político-religioso de los p’urhépecha. De esta forma, el levantamiento por la irracionalidad del sistema colonial, sólo esperaba las causas que aglutinaran la inconformidad indígena.

Los detonantes económicos tuvieron su núcleo en los aumentos a los impuestos ordenados despóticamente por la corona, esto en medio de una pobreza permanente de la mayoría de la población organizados bajo el sistema de castas, los motivos políticos encontraron razón en la leva forzosa para las milicias provinciales así como en la corrupción y abuso de las autoridades, un impulso ideológico posterior encontró cause en la expulsión de los jesuitas. Aunado a lo anterior gravitaba una crisis poblacional, derivada de la epidemia de matlazáhuatl (tifus o peste) en los años de 1761-1764.

El liderazgo de estos movimiento populares estuvo sin duda a cargo de los indígenas, en especifico de los p’urhépechas, los lideres eran gobernadores indígenas o habían tenido algún cargo como oficiales de la república, en el final de los casos se trataba de alguno de los “viejos de la comunidad”, es decir personas respetadas dentro de sus comunidades. El principal dirigente de las rebeliones fue el Gobernador P’urhépecha de Pátzcuaro Pedro de Soria Villarroel, alias “Armola”.

Las causas oficiales a estas insurrecciones populares, en voz del aristócrata José de Gálvez son “la actividad de los jesuitas, la ingobernabilidad de los indios y la vulgaridad de la plebe”. Por su parte el obispo Sánchez de Tagle se compadecía de “aquellas miserables gentes”.

La noche del 14 de octubre de 1766 estalló la primera rebelión, como objetivo inmediato buscaban la expulsión del sargento Neve, responsable directo del reclutamiento para las milicias provinciales. El 28 de mayo de 1767 una nueva subversión detonó, la finalidad era librar de la cárcel al gobernador indígena Pedro de Soria Villarroel, detenido por no pagar a tiempo sus impuestos, habitantes de toda le región estaban dispuestos a “romper con la sujeción de la corona”.

Finalmente, en junio de 1767 más protestas se presentaron por la expulsión de los jesuitas.

La resolución al conflicto fue la sanguinaria represión, pena de muerte para los líderes, destrucción de sus casas, bienes confiscados y familiares desterrados, el saldo total ascendió a 85 personas condenadas a muerte, 68 a la pena de azotes, 664 a cárcel perpetua y 117 al destierro.

A pesar del desenlace de las rebeliones, estos movimientos constituyeron el cenit de la resistencia indígena en Michoacán durante el virreinato, representaron la primer gran fractura del sistema colonial y significaron un antecedente en la formación de fuerzas populares para la independencia. Al final la historia les dio la razón, el sistema colonial era insoportable y era preciso combatirlo.

En las insurrecciones populares de Pátzcuaro de 1766 y 1767, nació la consigna ¡Muera el Mal Gobierno!, lema del pueblo p’urhépecha, que después fue retomada por Miguel Hidalgo en el Grito de Dolores, y contemporáneamente recuperada por el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el Congreso Nacional Indígena (CNI), entre otros movimientos sociales.
Fuentes: Mendoza Brioles María/Los tumultos de Pátzcuaro 1766-1767. Mazín Gómez Oscar/ Pátzcuaro subversivo 1766-1767.

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