Morelia/Samuel Ponce Morales
En 2005, la Iglesia michoacana se vio envuelta en un escándalo por la doble vida de uno de sus sacerdotes.
Ante la Iglesia y sus feligreses, Salvador Francisco Domínguez era un respetable sacerdote, pero en sociedad se hacía llamar Jorge García Calderón, tenía pareja procreó una hija a la que después abandonó.
Una investigación del periódico Reforma reveló que la falsa identidad le había permitido a este párroco burlar durante 15 años a las autoridades eclesiásticas y civiles, llevando una doble vida.
Al tiempo que ejercía como sacerdote, sostenía una relación amorosa con una de sus fieles, quien luego lo acusó de obligarla a abortar dos veces, despojarla de propiedades y abandonarla al saber que estaba enferma de cáncer en los pulmones, el cerebro y los huesos.
La mujer hizo una denuncia en una carta dirigida al Obispo de Irapuato, Guanajuato, Monseñor José de Jesús Martínez Zepeda.
«Tres años bastaron para convertirme en pareja de Salvador Francisco Domínguez, pero él nunca abandonó el sacerdocio», narró ella en ese texto.
Detalló que la relación con el sacerdote duró 15 años.
«(Después) él me regresó a mi casa materna sin dinero ni propiedades. Valiéndose de mi enfermedad y la falta de coordinación, me hizo firmar documentos hasta quedarse con mis propiedades y mis escasos ahorros», relató.
Y continuó:
«Tenía 23 años de edad, había crecido en un ambiente religioso, rodeada de monjas, sacerdotes, deberes y respeto a los representantes de Cristo en la tierra, así que cuando conocí a aquel sacerdote joven que me brindaba tantas atenciones, no tardé mucho en caer bajo sus mentiras
«Por mi parte enfrento a la muerte, los costos de mi tratamiento; no tengo empleo, no puedo trabajar para mantener a mi hija. A él creo que lo van a reinstalar como sacerdote, le darán una nueva oportunidad. Ha borrado de su memoria a su hija y nos ha dejado desamparadas».
La referida carta fue enviada en ese entonces al Obispo de Irapuato, Guanajuato, Monseñor José de Jesús Martínez Zepeda.
En ese momento, el hoy Cardenal Alberto Suárez Inda era Vicepresidente del Episcopado Mexicano.
Según la investigación periodística, Suárez Inda supo desde 1997 de la relación sentimental del sacerdote, pero aún así le permitió a Francisco Domínguez concluir una licenciatura en Evangelización y Catequesis que había iniciado dos años antes en España.
En 1997, lo designa párroco de Tzintzingareo, Michoacán, y posteriormente es enviado como vicario a la Diócesis de Matehuala, San Luis Potosí, con el Obispo Rodrigo Aguilar Martínez.
Años más tarde, Suárez le da la parroquia de Nuestra Señora del Socorro, en la comunidad de Congregación de Cárdenas, la tercera población más importante del Municipio de Salamanca, Guanajuato, donde ejerció hasta el año 2004.
Durante este tiempo el cura mantuvo su relación amorosa, tenía un domicilio conyugal y hacía vida social.
Tras el escándalo, el sacerdote Salvador Francisco Dominguez, originario de Pátzcuaro, fue enviado a una casa dedicada a rehabilitar sacerdotes que incurren en conductas indebidas.
La mujer con la que procreó una hija murió finalmente abatida por el cáncer.