Morelia, Mich. | ACG.- En un mundo cada vez más digitalizado, los juguetes tradicionales mexicanos, auténticas obras de arte popular, enfrentan el riesgo de desaparecer. La llegada de la tecnología y el creciente interés de las nuevas generaciones por los dispositivos electrónicos han relegado estas piezas únicas al olvido, marcando una pérdida no solo de objetos, sino de historias y tradiciones.
Hoy en día, los niños piden a los Reyes Magos regalos tecnológicos como consolas Xbox, dispositivos Nintendo, iPads o teléfonos inteligentes. En este escenario, íconos de la infancia como el yoyo, el trompo y el balero han pasado a un segundo plano, quedando en peligro de extinción. Sin embargo, hay quienes se niegan a dejar morir estas tradiciones: artesanos que, con manos expertas y un corazón nostálgico, continúan produciendo estos juguetes, no solo para preservar su cultura, sino también para transmitirla a las futuras generaciones.
Los juguetes tradicionales mexicanos no son meros objetos de entretenimiento; son expresiones de arte popular que se conectan profundamente con las raíces culturales del país. Al igual que la comida, la danza y la música, estos juguetes cuentan historias de identidad y creatividad. Desde las coloridas muñecas de trapo, madera o porcelana, hasta los papalotes, matracas, marionetas y caballitos de palo, cada uno de ellos es un reflejo del ingenio y la habilidad de los artesanos que los crean.
Además de su valor cultural, estos juguetes ofrecen una experiencia sensorial y lúdica única, fomentando la imaginación y las habilidades motoras de los niños. Son un recordatorio de tiempos más simples, cuando la diversión no dependía de pantallas, sino de la interacción directa y el ingenio.
Revivir el interés por los juguetes tradicionales mexicanos es un llamado a valorar nuestras raíces y a apoyar a los artesanos que los producen. Más que objetos, son portadores de memoria, arte y amor, capaces de unir generaciones y mantener vivo el espíritu de la infancia mexicana.