No es transformación, es regresión | Carlos Monge

Imagen especial
Comparte

“Una gran democracia debe progresar o pronto dejara de ser o grande o democracia”. Theodore Roosevelt (1858 – 1919) Político estadounidense.

Con los resultados del pasado 2 de junio una mayoría de mexicanos decidieron firmar un cheque en blanco al poder en turno, que puede significarse como una regresión de 5 décadas.

El contundente triunfo de Claudia Sheinbaum Pardo con Morena y sus aliados, tiene asegurada la mayoría calificada en la Cámara Federal de Diputados y está a dos escaños de lograrla también en el Senado.

Según el cálculo que dio a conocer la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde la coalición Sigamos Haciendo Historia ganó 83 curules de las 85 que se necesitan para tener mayoría calificada en la Cámara Alta.

De confirmarse, a Claudia Sheinbaum le bastará “convencer” a un par de senadores del PAN, PRI, PRD o Movimiento Ciudadano, para construir incluso, una nueva Constitución Mexicana.

Así de fácil y así de peligroso.

Durante su campaña proselitista, en debates y entrevistas, Sheinbaum Pardo fue clara al señalar que pretende hacerse de todo el poder. Por ejemplo, intentará acabar con los contrapesos que representan los organismos ciudadanos autónomos.

Procurará reformar al Poder Judicial, empezando por elegir jueces y magistrados a través del voto ciudadano. Es decir, pondrá a los que ella y sus cercanos decidan, tienen el poder para hacerlo y los programas sociales para seguir comprando voluntades.

Fue clara al señalar que no necesita dialogar con la oposición, con quienes piensen diferente, eso que lo hagan los legisladores. Seguirá los pasos de Andrés Manuel López Obrador.

Y entre otras cosas, viene una reforma electoral que Morena y sus aliados podrán diseñar como mejor les convenga y que les permita decir, que todavía hay democracia, como ya lo hizo el PRI durante 70 años y como se hace actualmente en países con dictaduras como Venezuela.

Al paso de los días, que nadie se vaya a decir sorprendido. De consolidarse el Plan C de López Obrador y que Claudia Sheinbaum hizo suyo, incrementarán su poder en detrimento de una inmensa mayoría, que incluye a muchos de los que el domingo votaron por la continuidad.

Por cierto, es claro que no sólo los que reciben programas sociales votaron por Morena y aliados, también lo hicieron muchos de las llamadas clases media y alta.

Que nadie se diga sorprendido. Los fracasos en seguridad y salud no importaron, tampoco la opacidad, corrupción e impunidad.

Muchos olvidaron que construir instituciones democráticas y organismos ciudadanos autónomos para hacerle contrapeso al poder, costaron décadas de lucha y vidas. Muchos que participaron de esas luchas hoy son parte de “Sigamos Haciendo Historia” o votaron por la que prometió destruir esas conquistas.

Los votos le han dado demasiado poder a Sheinbaum Pardo. Prácticamente está en su voluntad la decisión de fortalecer la democracia o destruirla.

Su reto será mantener como feligreses a diputados y senadores, como los tuvo López Obrador.

Mientras tanto, aún queda una esperanza de que, con el recuento de cuando menos el 60 por ciento de las casillas, se confirmen irregularidades y/o errores humanos que modifiquen en alguna dimensión la votación y permita evitar la mayoría calificada, por lo menos en el Senado.

Y, sin embargo, es una esperanza pobre, porque los opositores en este país suelen venderse con singular facilidad al poderoso en turno, son pragmáticos, basten 3 botones de muestra que en medio de la tragedia y brutal derrota, serán senadores: Marko Cortés, Alejandro Moreno y Jesús Zambrano.

Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.