«Nadie quiere ser negro»: Elizabeth Avendaño y la historia no dicha

En la Tierra Caliente es evidente esa herencia africana, pero existe un borrado “el baile, las percusiones, este juego poliritmico también vienen de allá (África) y se ha olvidado este origen, me parece que mientras más visualicemos estos elementos empezamos a generar otro tipo de conciencia. La historia no es buena ni mala, simplemente sucedió y más bien en el presente nos toca reflexionar hacia dónde nos dirigimos”.

(Foto | Zayda Solís)
Comparte

Morelia, Mich.| Acueducto Noticias/ Zayda Solís.- La memoria afrodescendiente en Michoacán está en construcción, desde hace un par de décadas son diferentes las investigaciones históricas que se han hecho para recuperar esta memoria olvidada.
Sin embargo, más allá de las investigaciones históricas, el arte juega un papel importante para hacer llegar las imágenes de las otras maneras de habitar el territorio desde cuerpos que han sido racializados por ser morenos o negros.

El arte de Elizabeth Avendaño Sayagua parte de las artes tradicionales de México, pero en los últimos años se ha enfocado en las tradiciones del Estado de Michoacán, principalmente de la Tierra Caliente.
Sus reflexiones mezclan la historia afro y el arte, “a partir de las indagaciones históricas intentamos la reconstrucción de la historia olvidada o la historia no dicha que es la afrodescendencia sobre todo en la Tierra Caliente”.

Actualmente radica en la comunidad Copuyo, que es parte del municipio de Tzitzio en la entrada de Tierra Caliente, desde este habitar percibe las complicaciones de un territorio en disputa.

(Foto | Zayda Solís)

“Esta región es compleja, por un lado hay cierta tensión social violenta, a partir del crimen organizado, pero también vemos esta otra parte de las tradiciones locales como la música, el verso, el baile, a partir de estos elementos vemos que hay un juego de comunicación social, ahí se olvidan esos elementos de violencia o se transforman, tal vez no se quitan pero sí transforman”.

Aunque en la Tierra Caliente permanecen esas manifestaciones culturales de raigambre, que pueden ser consideradas como afro, Elizabeth percibe que no hay una identidad afrodescendiente afincada. “Me parece que es parte de la historia olvidada, esta historia que no se quiere reconocer porque cultural, social e históricamente tiene mucho peso, tiene implicaciones de racismo. Nadie se quiere asociar con el color, aún está esa concepción del fenotipo, de “lo negro es malo”, “lo negro es negativo”, hay una busqueda de blanqueamiento”.

Para ella, en la Tierra Caliente es evidente esa herencia africana, pero existe un borrado “el baile, las percusiones, este juego poliritmico también vienen de allá (África) y se ha olvidado este origen, me parece que mientras más visualicemos estos elementos empezamos a generar otro tipo de conciencia. La historia no es buena ni mala, simplemente sucedió y más bien en el presente nos toca reflexionar hacia dónde nos dirigimos”.

(Foto | Zayda Solís)

En esta intención de crear nuevos imaginarios de la afrodescendencia, en conjunto con la Compañía Ixinti, crearon la obra de teatro Las aventuras de Sapo Torete y Pancha la Parda, el misterio de la Ceiba Negra, “esta obra surge en el año 2020, tenía visualizado hacer una mujer afro, pero con el tiempo se transformó, soy mamá de un chiquillo, entonces se fue experimentando a modo que quedó una niña de 10 años, entonces lo que hicimos fue gestionar un recurso para hacer una residencia artística en la comunidad de Copuyo”.
A partir de los bienes naturales de la comunidad crearon los elementos para presentar la obra “la mampara está hecha de otates, las Panchas están hechas con madera de colorín que se usa para unas máscaras de una danza en específico, la danza del toro. Vemos que es muy importante el toro en la comunidad. Entonces agarramos el personaje del toro y lo hicimos un títere que es una escala del toro de la danza, está hecho a escala. Todos esos elementos los llevamos al diálogo con la gente de cómo concibe su entorno y sus tradiciones”.

La obra ha tenido buena recepción en la comunidad, sobre todo entre las infancias:
“ya la presentamos en la comunidad, en general me parece que es una obra que ha tenido buena respuesta, el objetivo de la obra era hacerla con elementos fáciles, de manera que los niños vieran que ellos también lo pueden hacer, que vieran el juego de sombras y que experimentaran a partir de la plástica”.

Un aspecto fundamental en Las aventuras de Sapo Torete y Pancha la Parda son los ancestros, “la idea es que los personajes caen en la Ceiba, que es la raíz, llegan hasta el fondo de la raíz, como en la búsqueda de respuestas. Entonces, más que un personaje físico, buscamos hacer algo más onírico, como hetetero. Porque no tenemos un ancestro, tenemos muchos ancestros y estos se conectan con otros ancestros, al final somos parte de ese “todo”, la idea de ese personaje onírico es que es un “todo” y todos somos él”.