Morelia, Mich. | ACG/ Alfredo Soria.- Al momento de considerar ciertas actividades laborales o artísticas, persisten estereotipos que limitan a las mujeres que se desenvuelven en entornos predominantemente masculinos. Muchos aún encuentran difícil creer o incluso sienten morbo al ver a una mujer desempeñarse como torera, chofer o incursionando en el ámbito académico, como en el área de metalurgia y materiales, por mencionar algunos ejemplos.
Nada más lejos de la realidad que pensar que una mujer no puede destacar profesionalmente en estas áreas. A pesar de la incansable lucha de las mujeres, los estereotipos persisten en la sociedad actual.
Liseth Cruz Figueroa es una estudiante de doctorado en la Facultad de Ingeniería en Innovación Tecnológica de Materiales, especializada en metalurgia y fundición. Liseth nos revela que durante su licenciatura y maestría, notó una escasa presencia de mujeres estudiantes en su campo, lo que genera sorpresa entre compañeros y profesores al inscribirse nuevas alumnas.
Desde temprana edad, Liseth estuvo expuesta a ambientes laborales dominados por hombres, ya que su padre es albañil. Sin embargo, él siempre la apoyó para que siguiera su pasión por la ingeniería, al igual que a sus hermanos.
Decidida a perseguir sus sueños sin importar las críticas, Liseth optó por estudiar esta carrera. Aunque el número de mujeres en su campo es reducido, ella ha librado una batalla contra los estigmas que sugieren que las mujeres no pueden utilizar herramientas o equipos típicamente asociados con los hombres.
A pesar de que ahora hay un ambiente laboral colaborativo y respetuoso con sus compañeros, Liseth reconoce que esto no siempre fue así. Al principio, ella y sus dos compañeras fueron recibidas con escepticismo, especialmente en trabajos en equipo. «Ellos no querían interactuar mucho con nosotras porque decían que éramos más débiles y que no estábamos dispuestas a acatar sus ideas», recuerda Liseth.
En el ámbito laboral, también ha enfrentado dificultades. Durante sus prácticas en una empresa, notó un claro rechazo por parte de lo colegas varones, lo que evidencia que aún queda un largo camino por recorrer en la lucha por la igualdad de género en el campo laboral.
Todos emos escuchado almenos una ves la frace «Mujer al volante peligro constante» la cual implica que las mujeres son malas conductoras y es otro desagradable esteripripo, pues claramente las mujeres son más que capaces de manejar y de disfrutar de ello e incluso elegirlo como profesión.
Todos hemos escuchado al menos una vez la frase «Mujer al volante, peligro constante», la cual implica que las mujeres son malas conductoras, otro desagradable estereotipo. Sin embargo, las mujeres son más que capaces de manejar y disfrutar de ello, e incluso elegirlo como profesión.
Valeria Cárdenas es chofer de la ruta gris y nos cuenta que siempre le apasionó manejar, razón por la cual ha trabajado en el transporte público durante casi 7 años.
Valeria comparte que originalmente soñaba con ser trailera como su papá, pero al ser un oficio lleno de peligros, su familia no la dejó. Aun así, la apoyaron para que se desempeñara como chofer.
Al preguntarle sobre su experiencia como chofer, Valeria menciona que al principio generó sorpresa entre sus compañeros de ruta y los usuarios. Sin embargo, afortunadamente, fue bien recibida.
Valeria también señala que a veces percibe la sorpresa de los usuarios al ver que es una mujer la que está al volante, pero también ha recibido felicitaciones por su desempeño en ese oficio.
Finalmente, hace una invitación a más mujeres que disfruten manejar a animarse a ser choferes y a no dejarse menospreciar por comentarios negativos. «Las mujeres siempre podemos», concluye Valeria.
En el arte de la tauromaquia, probablemente uno de los ambientes con mayor discriminación hacia la mujer, se presenta al hombre como valiente y aguerrido, mientras que a la mujer se le representa como frágil, además de ser considerada un símbolo de mala suerte en la arena.
Pocas mujeres han logrado incursionar en el ámbito de la fiesta brava y aún menos han sido reconocidas, pues enfrentan una ferviente lucha contra los prejuicios, como si se tratara de domar a un toro muy bravo.
La Matadora Marbella Romero es el perfecto ejemplo de que las mujeres pueden lograrlo todo, ya que no solo lidió con los bravos toros de lidia, sino también contra los prejuicios y el machismo.
Marbella nos cuenta que desde pequeña sentía una gran emoción en las corridas de toros y veía a los toreros como «alguien fuera de serie (…) que con esa bravura e inteligencia podían crear arte».
Tras conocer al Matador Joselito Torres, se animó a incursionar en la tauromaquia y a tener la valentía de tomarlo como profesión, en una época donde había más machismo y pocas oportunidades para las mujeres.
En sus 18 años de carrera, Marbella enfrentó numerosos obstáculos, siendo el primero de ellos su padre, al que se refiere como el toro más difícil de lidiar. «Fui de las primeras toreras, me tocó picar piedra, no creían en mí y la gente iba a verme por morbo, a ver si el toro me daba una cornada. Muchas personas decían que el toro me iba a matar».
Con sangre, sudor y lágrimas, Marbella se abrió camino en el ambiente de la tauromaquia en México, transformando los abucheos en aplausos y ganándose el respeto de propios y extraños.
Marbella nos cuenta que sufrió marginación, acoso, injusticias, abucheos y comentarios misóginos, los cuales, lejos de desanimarla, la motivaron a ganarse un lugar en la tauromaquia y en la historia.
«Cuando las mujeres ocupamos un lugar importante en estas actividades que no son tan comunes para el género femenino, pues las mujeres que salimos y lo demostramos tenemos que hacerlo por todas, pero además sin dejar de lado esa esencia femenina».
En su trayectoria en la tauromaquia, logró triunfos como representar en octubre de 1999 a las mujeres toreras en Asia, demostrando la grandeza de las mujeres, así como alcanzar el sueño de muchos toreros de llegar a la Plaza México, donde se convirtió en la primera mexicana que vistió de luces y cortó la primera oreja.
Asimismo, en más de 70 años de la Plaza México, es la única Novillera que ha obtenido la oreja de plata y en diciembre de 2007, en la Monumental de Morelia, logró titularse como Matadora, teniendo como padrino al Matador Rafael Ortega.
En un mundo donde persisten los estereotipos de género y la discriminación, las historias de mujeres como Liseth, Valeria y Marbella nos recuerdan que el coraje y la determinación no tienen género. A pesar de los obstáculos y el machismo arraigado en ciertos ámbitos, estas mujeres han desafiado las expectativas y han brillado en campos dominados tradicionalmente por hombres.
Su valentía no solo ha allanado el camino para las generaciones futuras, sino que también ha demostrado que el talento y la pasión no conocen límites de género.