Culiacán, Sinaloa | Acueducto.- Este 23 de enero, miles de personas de Culiacán, Sinaloa, salieron a las calles para exigir justicia por la trágica muerte de Alexander y Gael, dos niños de 9 y 12 años, junto a su padre Antonio de Jesús.
La manifestación, que comenzó como un acto pacífico marcado por el dolor y consignas como «¡A los niños no!» y «¡Culiacán está de luto!», escaló en tensión cuando los manifestantes lograron ingresar al Palacio de Gobierno.
El ataque ocurrió el pasado 19 de enero, cuando Antonio de Jesús y sus tres hijos viajaban en un vehículo por el sector Los Ángeles, en Culiacán.
Según la Secretaría de Seguridad Pública, un grupo armado los interceptó en un presunto intento de asalto, disparando contra ellos1. Antonio murió en el lugar, mientras que Gael y Alexander fallecieron posteriormente en el hospital debido a la gravedad de sus heridas. Adolfo, el mayor de 17 años, aún se encuentra hospitalizado1.
La violencia del crimen ha desatado indignación y exigencias de justicia en la comunidad. Durante la manifestación, un grupo de manifestantes rompió los cristales de la entrada principal del Palacio de Gobierno y logró ingresar al edificio. Mientras avanzaban por los pasillos, comenzaron a pintar frases como «Fuera Rocha» en el suelo y paredes del recinto, exigiendo respuestas por la creciente violencia en la entidad.
Feliciano Castro Meléndrez, secretario general de gobierno, reconoció el dolor de la población y destacó la gravedad de la violencia que aqueja al estado. «Nos indigna profundamente la situación de inseguridad, especialmente cuando cobra la vida de inocentes como Alexander y Gael, víctimas de una violencia que nadie debería enfrentar», declaró.
Castro Meléndrez enfatizó que esta administración busca priorizar el diálogo y el respeto hacia los ciudadanos, asegurando que las puertas del gobierno están abiertas para escuchar y atender sus demandas.
La manifestación concluyó con un llamado a la acción y al luto colectivo. Los asistentes soltaron globos blancos y encendieron veladoras como símbolo de luto y esperanza.
«Culiacán está bañado de sangre, lo único que queremos es poder transitar por las calles con tranquilidad», expresó Víctor Manuel Aispuro, director de la escuela primaria Sócrates, donde Alexander estudiaba.