Llegó tarde pero con la Marcha triunfal

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Morelia/José Manuel Alvarado

 

Al entrar al salón Independencia de la Casa de Gobierno, lo primero que se veía eran las mesas adornadas con un mantel blanco y una sillas tipo ´tiffany´ que avisaban que habría un banquete esa tarde, aunque la invitación no era precisamente con esa intención.

Efectivamente, el olor de la comida en el fuego no se podía evitar. Para la hora, aún se percibían varias mesas vacías. Unas reservadas para los festejados con sus respectivos  letreros de identificación para Star Médica, Hospital Los Ángeles, para la Cruz Roja y el DIF, otras, simplemente desiertas.

Aunque ya habían pasado seis días que se celebró el Día del Médico, fue hasta ahora que el Gobierno del Estado pudo festejar a los doctores, por cierto, a unos cuantos doctores.

Todos elegantemente vestidos, charlando, esperando a sus colegas, otros ya con las tripas retorcijándose porque era la hora de la comida. En las mesas había un papel que claramente decía el orden del programa. Palabras del Secretario de Salud, palabras de un doctor galardonado, palabras del gobernador y al final, la comida.

Los meseros aún no recibían la indicación de servir nada. Sólo se alcanzaban a ver los vasos rojos y amarillos servidos de agua de fresa con uva y de ciruela. Se empezó a oír entonces ´Noche de ronda´ como fondo musical.

En la espera, el médico patólogo, Baruch Cortés Zúñiga, doctor en los Laboratorios Estatales de Salud, me platicó sobre la salud en el Estado. Sugirió que haya mayor capacitación, que hubiera un  mismo idioma e integridad en los servicios de salud. En lo que se refiere a su área, considera estar bien, ya que cada año los evalúan. Sólo espera que este nuevo gobierno logre ligar a todos los municipios, que haya más capacitaciones a los médicos y que más allá de construir nuevos hospitales, se mejoren los que ya están.

El tiempo transcurría y la desesperación o incertidumbre empezó a notarse en los rostros de los galenos.

El sonido de una cuchara pegándole a un cristal, confundió a un mesero, “chín, ya se están enojando porque no servimos”, pero no, era otro camarero agitando lo posado de la fruta en los vasos de agua. Esa fue la señal de iniciar a servir el tan ansiado banquete.

Ni hablar, todos a comer, hasta los que no debíamos o no estábamos contemplados nos tocó, todo para esperar la llegada del gobernador, que dicho sea de paso, venía de arreglar asuntos desde Chihuahua, por eso la espera.

Me tomó desprevenido y casi lo dejo con la mano estirada cuando escuché, “no se levante”, voltee la cabeza y era el secretario de Salud, Carlos Aranza que pasó a saludar a todos en sus mesas.

De entrada, crema de nuez de nacadamia, para unos medallones de pollo, para otros lomo de cerdo acompañados de vino blanco. De fondo, violines y una flauta transversa amenizando el manjar inesperado.

Justamente acabando de degustar los alimentos, varios doctores se empezaron a retirar. Y, pues sí, la verdad que no era una fiesta. Habían pasado seis días del verdadero festejo. “Como dicen en mi pueblo, el cumpleaños se celebra el mero día, si no, no sabe”.

Regresó la incertidumbre, “ya llegó”, no, “seguro se va directo al otro evento”. Hasta que se abrió una puerta y coincidencia o no, justo entrando Silvano, los músicos tocaron una marcha triunfal.

El programa continuó. Las palabras, la entrega de reconocimientos al desempeño profesional y el discurso de Silvano que inició disculpándose y explicando su retraso.

En los primeros diez minutos los felicitó, pero su notable agotamiento le impedía concentrarse en el mensaje. Agarró el carril y lo mejor de su discurso fue hablar de la mejora en los salarios para los médicos, “sé que la mayoría de ustedes lo hace más por amor a su profesión que por un asunto de dinero, porque el profesionista debe concentrarse en cumplir su tarea y no estar pensando en, ya me voy porque en otro consultorio operaré a alguien para completar el gasto, las necesidades familiares” lo que provocó el aplauso de los festejados que dejaron en claro, por sus sonrisas, que Silvano había sido disculpado por la demora.