Morelia, Mich. | Asaid Castro/ACG.- Al pie de la Tierra Caliente de Michoacán, se encuentra Librado Magaña, un hombre que ha dedicado más de tres décadas de su vida a la cocina en Apatzingán.
Su puesto, “Tacos Librado”, llego a Morelia en Boca, gracias a ser conocido en la región por sus sabrosas carnes asadas, chavindecas y tortas de birria, sin embargo, más allá de los platillos, Librado representa una figura singular en la gastronomía michoacana: la de un hombre en la cocina tradicional.
A sus 58 años, Librado es un hombre carismático, aunque admite que las entrevistas le ponen nervioso, sin embargo, acepto una entrevista para conocer su papel en la cocina.
Para Librado, no es cierta la creencia popular de que los hombres venden tacos y las mujeres quesadillas, pues lo ve como un espacio parejo al ser taquero, y así, ha sabido hacerse un lugar en la cocina tradicional de Michoacán.
Comenzó hace más de 30 años, con apenas un pequeño puesto y unas pocas mesas, poco a poco, y con la ayuda de su familia, fue consolidando su negocio
“Allá en Apatzingán, lo que más trabajo son la carne asada y las chavidecas, por que es lo que más rifa, pero andamos innovando con el Chamorro de Puerco qué va adobado”, nos cuenta.
La clave de su éxito, dice, ha sido la constancia y el sazón único que ha sabido imprimir en cada taco que sirve. “Mi aderezo es diferente a los demás”, asegura. Y no es difícil creerlo con tan solo oler las chavindecas que prepara, esa tortilla rellena de carne, queso y salsa, que ha conquistado tanto a locales como a turistas.
Pero Librado no se queda solo con lo tradicional, pues a lo largo de los años ha buscado innovar; desde su famosa agua de aguacate, zanahoria y espinaca, que observo de maestras cocineras, hasta su reciente creación: el Chamorro de Puerco.
Sin embargo, no todo ha sido fácil, pues como muchos otros comerciantes en la región, ha tenido que lidiar con la inseguridad que afecta a Apatzingán. Aunque la violencia no siempre golpea directamente su negocio, reconoce que el temor de la gente a veces disminuye las ventas.
A pesar de los retos que ha enfrentado en Apatzingán, especialmente debido a la inseguridad por el corte de limón, Librado Magaña ha logrado mantener en pie su puesto por más de tres décadas, y espera, tener la licencia hasta que Dios le permita.