Leopoldo, vivir del pasado, en sillas de ruedas

Imagen Acueducto Noticias
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  • Como egresado de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMNSH); increpando a mis compañeros con la palabra “analfabetas” al no haber estudiado en la Michoacana; al desconocer que era la CUL o las cosas que mencionaba al respecto sobre la entidad educativa, volvía a recalcar que eran unos “analfabetas”.

Morelia, Mich. | Alberto Infante/Acueducto Noticias/.- En una silla de ruedas estaba el hombre, quien esperaba un alma noble para que lo ayudara a moverse a la zona donde se encontraba su amigo Rosales.

Eran cerca de las 12 del día, mientras transitábamos en esta ciudad, había un hombre sentado en su silla de ruedas, al principio creímos que era otra persona en situación de calle y al acercarnos nos pidió ayuda para que lo moviéramos hasta el templo de La Cruz.

Durante el transcurso del recorrido nos fue contando como fue su vida y esto es algo de lo que nos platicó:

Su historia comienza en un pueblo de Querétaro de Arteaga, llamado Cadereyta de Montes, recalcando sus orígenes humildes diciendo “Yo soy de un rancho, soy de rancho” mientras hacia una especie de sonido como de toro bufando.

Mirándonos nos preguntaba si alguna vez habíamos viajado hacia Querétaro, su rostro se iluminaba al recordar los tiempos que vivió en su infancia, extrañando a su padre y a su madre, quienes ya no se encuentran con vida.

El señor Diego Leopoldo Cuevas Muñoz, cuenta ya con 72 años, tuvo una hija que actualmente vive en Oaxaca, la cual por motivos económicos no puede viajar hasta la ciudad de Morelia para ayudarlo y tiene que depender de unos enfermeros.

Los que ahora se han convertido en ángeles para él, quienes lo cuidan, lo mantienen limpio y lo mueven sobre la ciudad, se puede observar a Leopoldo confiando en la buena fe de las personas, pues, así como nos preguntó a nosotros si podíamos llevarlo, también pide ayuda a más transeúntes.

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En el transcurso nos dimos cuenta de que Morelia muchas veces no respeta las rampas para personas con necesidades especiales que llevan sus sillas de ruedas, pues muchos de ellos suelen ponerse a esperar el cambio e invadir la zona que les corresponde.

Aunque existen las estás herramientas que le hacen a ellos más fácil el camino, no están bien construidas o están en muy mal estado, haciendo todavía más complejo el tránsito y como bien nos recalca el señor Leopoldo, su silla de ruedas puede dañarse con algún golpe o al bajar de la banqueta.

Al señor Diego, la diabetes lo ha llevado a una vida difícil, ha perdido una de sus piernas, haciendo también que su sangre no funcione de manera correcta, por lo cual depende de unos enfermeros a los cuales tiene que pagar.

“Si ven que estoy bañadito y cambiado, es porque les pago unos enfermeros quienes me asean, me cambian el pañal e incluso me transportan hasta el Seguro”

Mencionó de manera bastante dolida también que “si usted, se queda invalido o incapacitado lo abandonan”.

Su hija solo pudo venir cuando le detectaron la enfermedad y estaba grave, mientras que su esposa lo dejó y desde hace mucho tiempo sus padres ya no están con él.

Mientras recordaba a su padre, nos comentó que viajo por el país, que conoció a todos los estados, pero en particular nos venía preguntando sobre la Ciudad de México y que si conocíamos un platillo llamado chito, que consiste en carne de burro en chile.

Varias veces nos preguntó que, si conocíamos Hidalgo, recalcando que no conocíamos los lugares que mencionaba, o diciendo “tu si sabes, tu si sabes” mientras hacia su característico sonido.

Siguiendo con el recorrido llegamos hasta el lugar indicado enfrente del templo de La Cruz, donde ya lo esperaba su conocido, un vendedor en un puesto de periódicos, de esos verdes que parecen un almacén de barco, a quien con un grito efusivo llamó Rosales que alegremente le regreso el saludo.

Siguiendo con su historia, nos contaba que él ejerció como abogado, que estuvo amenazado de muerte, sumando un par de intentos por arrebatarle la preciada vida; haciendo que dejara de laborar en ello.

Nos cuenta por igual que fue uno de los impulsores del PRD en sus inicios, presumió que fue de los que motivo a Cuauhtémoc Cárdenas a entrar en el partido.

También nos contó que fue un líder dentro de la Coordinadora de Universitarios en Lucha (CUL) mientras vivía en la casa del estudiante Nicolaíta que se encuentra enfrente del mercado de dulces.

Divagaba un poco a la hora de volver a recordar esos tiempos mencionando que fue uno de los fundadores del periódico “El Cambio de Michoacán”; aunque no pudimos corroborar tal historia.

Como egresado de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMNSH); increpando a mis compañeros con la palabra “analfabetas” al no haber estudiado en la Michoacana; al desconocer que era la CUL o las cosas que mencionaba al respecto sobre la entidad educativa, volvía a recalcar que eran unos “analfabetas”.

Nos platicó de la importancia de realizar estudios, pues los estudios son los que lo mantienen actualmente, depende enteramente de su pensión.

En el periodo presidencial del priísta Enrique Peña Nieto le daban un apoyo de 1 mil 600 pesos cada dos meses, comenzando a realizar una serie de comentarios sobre el actual mandatario federal, Andrés Manuel López Obrador.

Después alegaba altivamente que quien nos gobierna es realmente el gobierno de Estados Unidos, que lo que dicen de allá es lo que se legisla aquí, buscaba la aprobación de su amigo Rosales, ligeramente molesto señalaba que él se sentía mejor preparado para desempeñar el puesto.

Al grito de “mejor me hubieran puesto a mi” y su grito de guerra como el de un toro es como el señor Diego Leopoldo Cuevas Muñoz, comenzaba a despedirse.

Nos pidió que buscáramos unas fotos en su teléfono celular; las cuales no pudimos encontrar, y ahí se quedó el hombre que siempre estuvo ahí, recordando el tiempo en donde realizo todos aquellos actos de los cuales nos habló.