Justicia, adiós en un silencio odiosamente reverente

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Morelia, Mich. | Acueducto Noticias.- La Sala de Plenos del Poder Judicial de Michoacán estaba abarrotada, el sonido de la campana marcaba el inicio de una sesión extraordinaria. Era un día de despedidas, un adiós más cercano a un “hasta luego” para tres magistrados que concluían su servicio.

El pase de lista se dio con solemnidad, y el primero en recibir los honores fue el magistrado Gilberto Alejandro Bribiesca, cuyo retiro voluntario fue aprobado de manera unánime. La encargada de repasar su trayectoria fue la magistrada María de los Ángeles Llanderal Zaragoza. La estima que se tenían era palpable en cada palabra. Bribiesca, con más de dos décadas en el Poder Judicial, había sido un hombre singular, un juez que llegaba al trabajo en bicicleta y que había navegado con destreza los cambios en el sistema penal.

El silencio reverente en la sala sólo era roto por la voz de la oradora, amplificada por la pequeña bocina que resonaba en las paredes como un eco de despedida. Al otro lado de la sala, familiares y amigos se amontonaban, escuchando con atención cada detalle de la carrera del magistrado. Su legado incluía la transición a un nuevo sistema penal, una evolución en la impartición de justicia que llevó sobre sus hombros con dignidad. Cuando le tocó hablar, Bribiesca agradeció a todos los presentes y, con un gesto humilde, deseó buena suerte a sus colegas, antes de mencionar la reforma judicial, calificándola como un reto tan grande como la implementación del nuevo sistema penal.

La campana sonó de nuevo, cerrando la primera sesión entre aplausos que celebraban la carrera del magistrado. Sin pausa, comenzó la segunda despedida, esta vez para la magistrada de la Segunda Sala Civil, María Alejandra Pérez González, o simplemente “Ale”, como la llamaban con cariño. Dora Elia Herrejón Saucedo, su colega y amiga, recordó los inicios de una relación que no comenzó con la mejor impresión, pero que pronto se transformó en una amistad profunda.

Pérez González, con voz entrecortada, reflexionó sobre su larga carrera que abarcó desde los días de máquinas de escribir hasta la era digital, pasando por diversas reformas que moldearon su trabajo. Con tristeza, describió la más reciente reforma judicial como un cambio desafortunado, pero se retiraba en paz, orgullosa de sus más de 43 años de servicio. “Es tiempo de hacer el fuego con los recuerdos y comenzar de nuevo”, dijo, antes de despedirse con una mezcla de nostalgia y gratitud.

El breve descanso dio paso a la última sesión, dedicada a Rafael Ortiz Govea, magistrado de la Sexta Sala Penal. Su carrera había comenzado en 1984, como escribiente, y culminaba ese día como magistrado, tras una vida dedicada al conocimiento y la justicia. La magistrada Maricela Argueta Mora fue la encargada de pronunciar su despedida, tras superar problemas técnicos con el sonido. Recordó la travesía de Ortiz desde Felipe Carrillo Puerto hasta Morelia, y cómo su incansable búsqueda del conocimiento lo llevó a destacarse como alumno, docente y magistrado.

Ortiz tomó la palabra para agradecer a su familia, a sus hijos y a su equipo de trabajo. Con orgullo, narró sus casi 40 años de servicio al Poder Judicial. “Me voy satisfecho y feliz porque toda conclusión también significa el inicio de algo mejor”, afirmó, mirando con esperanza hacia el futuro.

Con cada sesión, las sillas del salón se vaciaban, mientras las felicitaciones y abrazos se multiplicaban. Al final, quedaba la incertidumbre de cuántas más despedidas vendrían en los próximos años, en medio de los cambios que la reforma augura para el Poder Judicial de Michoacán. “Se abren nuevos panoramas”, concluyó el magistrado presidente Reséndiz García, marcando el cierre de un ciclo y el inicio de otro.