Morelia/Samuel Ponce Morales
No está en su mejor momento, pero ahí estaban al alcance de los pequeños, sus más files seguidores, aquellos que por inercia los siguen en las buenas y en las malas, últimamente más en las segundas.
En la céntrica plaza Valladolid, al final de tres largas horas, ellos mostraban cansancio en el rostro, algunos, los menos, enfado, simplemente enfado, pero ahí estaban al alcance de los pequeños.
Era un día de trueque, más bien un menos de mediodía, juguetes por autógrafos, bajo la visible leyenda gubernamental de los anfitriones, “Jugando por Michoacán”, porque ellos eran invitados.
Y, si, estaban al alcance de los pequeños, de aquellos que semana a semana sufren por ellos; estaban al alcance de quienes los consideran sus ídolos, de quienes sueñan en algún día ser como ellos.
Y, para los pequeños, en esos momentos, no importaba que ellos estuvieran por debajo de la media tabla de la liga de futbol mexicano; no, ese no podía ser motivo para borrarles una amplia sonrisa a flor de labio.
No, los Monarcas, ellos, los jugadores de futbol, las estrellas futbolísticas, no podían dejar de autografiar y de tomarse la foto con los pequeños que los tenían a su alcances, no, no importaba que en la cancha no se la jugaran por Michoacán; bueno, al menos no en ese momento…