Jerarcas religiosos de Tierra Santa piden el fin de la violencia en Navidad

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La Natividad de Cristo es un «mensaje divino de esperanza y de paz también en medio del sufrimiento» escriben en un mensaje los líderes de las comunidades cristianas de Jerusalén, en el que denuncian las violencias en curso y los enormes sufrimientos provocados por la guerra, junto con una invitación a la esperanza y al compromiso por una paz «justa y duradera»

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«Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: «Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz». Con este anuncio fundamental para la humanidad, tomado del libro del profeta Isaías, se abre el mensaje de los patriarcas y jefes de las Iglesias de Jerusalén con ocasión de las próximas fiestas de Navidad.

Sufrimientos inimaginables provocados por la guerra

«Nosotros llevamos nuestros buenos augurios de Navidad a los fieles de todo el mundo – se lee en el texto – en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, el Príncipe de la Paz, nacido aquí en Belén hace más de dos mil años». Inevitable la referencia a la actualidad: «Al expresar estos deseos – prosiguen los líderes religiosos – somos muy conscientes de hacerlo en un momento de gran calamidad en la tierra del nacimiento de nuestro Señor. En los últimos dos meses y medio, la violencia de las guerras ha provocado sufrimientos inimaginables para millones de personas en nuestra amada Tierra Santa. Sus continuos horrores han traído miseria y dolor inconsolable a innumerables familias en toda nuestra región, evocando gritos solidarios de angustia desde todas las partes de la tierra. Para aquellos que se encuentran en el centro de estas terribles circunstancias, la esperanza parece lejana e inalcanzable».

La Sagrada Familia obligada a evacuar como los refugiados de hoy

«Sin embargo, es en un mundo similar que nuestro Señor mismo nació para darnos esperanza». Los patriarcas y los jefes de las Iglesias de Tierra Santa recuerdan que «durante la primera Navidad la situación no era muy diferente de la de hoy. Así, la Santísima Virgen María y San José tuvieron dificultades para encontrar un lugar para el nacimiento de su hijo. Hubo el asesinato de niños. Estaba la ocupación militar. Y estaba la Sagrada Familia obligada a evacuar como refugiados. En el exterior, no había razón para celebrar más que el nacimiento del Señor Jesús. Sin embargo, en medio de tanto pecado y dolor, el ángel se apareció a los pastores anunciando un mensaje de esperanza y alegría para todo el mundo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: «Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor»

Jesús, el Emmanuel, es el «Dios con nosotros»

«En la encarnación de Cristo, el Todopoderoso vino a nosotros como Emmanuel, ‘Dios con nosotros’, para salvarnos, redimirnos y transformarnos. De este modo se realizaron las palabras del profeta Isaías: «Porque me ha consagrado.. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor». Este es el mensaje divino de esperanza y paz que la Natividad de Cristo inspira en nosotros, incluso en medio del sufrimiento. En efecto, Cristo mismo nació y vivió en medio de grandes sufrimientos. Más aún, sufrió por nosotros hasta la muerte en la cruz, para que la luz de la esperanza brille en el mundo, venciendo las tinieblas».

Que se ponga fin a la violencia y se trabaje juntos por la paz

En el mensaje de los líderes religiosos de las Iglesias en Jerusalén no falta la denuncia de todas las acciones violentas en acto pidiendo su fin. » Del mismo modo – siguen escribiendo – invitamos a las personas de esta tierra y de todo el mundo a buscar la gracia de Dios para aprender a caminar unos con otros por los senderos de la justicia, de la misericordia y de la paz. Por último, invitamos a los fieles y a todos los que son de buena voluntad a trabajar incansablemente por el alivio de los afligidos y por una paz justa y duradera en esta tierra que es igualmente sagrada para las tres religiones monoteístas. De este modo, la esperanza de la Navidad nacerá una vez más, a partir de Belén y de Jerusalén hasta los confines de la tierra – concluyen -, realizando así las confortantes palabras de Zacarías, según la cual ‘la aurora  irrumpirá sobre nosotros para dar luz a los que se sientan en las tinieblas y en la sombra de la muerte, guiando nuestros pies hacia el camino de la vida'».