Morelia/Redacción
Fue una noche casi juvenil. En el patio principal de la sede principal del Congreso del Estado, la mayoría de los asistentes eran jóvenes estudiantes; en total era casi 300 los asistentes, escasísimos servidores públicos, y no tan notorios, más bien de perfil bajo.
El tema era sugerente, Morelos y otras historias; se trataba de la presentación de la segundo edición del libro, de igual título, otro de Julio Moguel. Todo en el marco del esperado inicio de la celebración del bicentenario luctuoso de José María Morelos.
El conductor del evento, Gabriel Muñoz, mostraba su insolencia por el protocolo del mismo, vestido más allá de lo informal –pantalón color guinda, por decir lo menos-, no contextualizaba, no aportaba nada más allá de una aburrida dirección.
A la coyuntural tribuna pasaron a comentaron el libro: Carlos González, consejero electoral de la capital del país; Yaminel Bernal, del Colegio de Michoacán; y Wilfrido Lázaro, diputado local.
De los tres, solo el primero acaparo la total atención de los presentes; de inicio, acotó, el libro es una obra de Ignacio Manuel Altamirano, que condensa bajo la lupa de (Julio) Moguel, tres textos maravillosos sobre Morelos.
Sin embargo, subrayó que leer el documento “es una delicia” y lo comparó con un buen coctel: difícil de encontrar pero fácil de digerir y degustar; especialmente sus palabras, improvisadas, iban dirigidas a los jóvenes.
Y, aparte del libro, no solo los convocó a dar lectura a los Sentimientos de la Nación, el cual, dijo, se trata de un programa también ideológico, sino que los invitó a imaginar un país “como lo imaginó Morelos”, hace más de 200 años…