Morelia/Vianey J. Cervantes
La mañana era fría, en el Juzgado Cuarto de lo Penal solamente dos medios de comunicación recibieron el “pitazo”. Los policías que resguardaban el recinto intercalaban sus obligaciones con el uso del celular. Los autos y las personas iban y venían sobre la avenida Camelinas. Tras quince minutos de espera, se realizó una llamada para confirmar la asistencia del esperado visitante. La respuesta fue ambigua, pero certera: “Quizás sí”.
Apareció entonces, rodeado de no más de cinco personas, el ex líder de las autodefensas en Michoacán, José Manuel Mireles Valverde, con una playera blanca, su sombrero negro y sin su otrora famoso bigote. A su lado, caminaba su compañero de armas, Cemeí Verdía Zepeda, con un sombrero blanco y su sonrisa plácida.
Ambos detuvieron su camino hasta llegar a nosotros, con un apretón fuerte saludaron a los cuatro reporteros, entre ellos Héctor Tenorio, y al fotógrafo Enrique Castro. Con la cámara a gran altura para alcanzar el rostro del ex líder, comenzó una corta entrevista. Comenzó hablando sobre su presencia en el Juzgado, donde firmó por segunda ocasión tras su liberación, “fue un proceso muy sencillo, a diferencia de Uruapan”.
Descalificó sin dudas las ofensas que el diario La Jornada ha publicado sobre su compañero y amigo, Hipólito Mora, con quien afirma (y reafirma) nunca nadie los va a enemistar. “Están hasta en huelga, no sé cómo le hicieron para entrevistar a mi viejo amigo”. Sus manos se movían al ritmo de su voz, en la izquierda, un gran anillo color plata con el símbolo masónico resaltaba en su piel morena.
Tenorio le cuestionó sobre su viaje de dos semanas a las tierras de Aquila, donde Mireles recibió “justo lo que le recetó el doctor”, quince días de vacaciones y reposo. Con el apoyo de su amigo, el general Cemeí, afirmó que pasó un gran rato, rodeado de sus verdaderos “y leales” compañeros. Lanzó una mirada a Cemeí, quien sonreía con tanta calma que uno no se podía imaginar la sangrienta lucha que encabezó.
Habló sobre las reuniones que encabezó para reunir, con líderes de opinión y organizaciones civiles y universitarias, el dinero para liberar a un autodefensa más, aunque aclaró que él pasó la lista de quienes faltan: “yo soy el menos indicado para decir quién sale primero”, dijo. Confió en que pronto iban a salir todos, de los 580 que entraron, ya solo quedan 43. “Y ni uno solo se va a quedar”.
Entonces, finalizó la entrevista. Y de forma más casual, me acerqué al gigantesco hombre, quien me abrazo y me dijo “qué periodista tan chiquita”, sonreímos para la foto y Mireles se volvió con sus acompañantes.
Cemeí entonces era víctima de las preguntas de Tenorio, “¿te han amenazado de muerte?”, la respuesta, sin embargo, fue afirmativa, pero dijo, “yo creo que ya se cansaron de marcar y que no les conteste”. Explicó que también pidió un vehículo blindado a la Secretaría de Seguridad Pública, pero que les fue negado por no ser funcionario. “Nosotros hemos hecho más que los políticos, pero bueno”.
A pesar de su tranquila apariencia, su pensamiento y sus respuestas eran concisas y perspicaces, finalizando la entrevista, mencionó a los tres autodefensas aquilenses que continúan en prisión: Agustín Villanueva Ramírez y sus dos hermanos. En otras fuentes, al primero al parecer no lo quieren liberar porque es considerado un “peligro político”, pues se levantó en armas para exigir el pago de regalías a mineros en Aquila.
Con otro fuerte apretón, se despiden de los medios presentes y con cámaras al frente, siguen su camino hasta el estacionamiento donde se pierden a la vista y los periodistas continúan su camino, con cámara en mano y tripie al hombro.