Morelia, Mich. | Acueducto Noticias/Cayetano Mac.- La piedra de Cantera de alrededor enfriaba el clima aún más de la mañana en el Centro Histórico. En la Plaza de Villalongín, esa misma que por las tardes del fin de semana se convierte en el escenario de instantáneas de chicas como la hoy desaparecida Yuketzi Yamileth, era centro de manifestación por su espera.
Un cúmulo de personas, con lonas y cartulinas, de rostros afligidos, ojos hinchados de tanto llorar su ausencia. Habían pasado tres días desde que Yuketzi salió de su domicilio a la tortillería, pero nunca regresó.
Su abuela daba declaraciones a la prensa, respondía ante cuestionamientos, viéndose desbordada por la atención que daba el caso, pasó el micrófono a su hermana, Amairani Lizeht, quien daba el señalamiento directo a la pareja de la menor, un joven seis años mayor que la conoció a través de redes sociales.
Era un grito de auxilio, a las autoridades para que agilizaran y su colaboración, a tener piedad por parte del groomer para dar indicios que la puedan regresar, pero sobre todo para su hermana menor, Yuketzi, porque toda su familia la espera en casa.
El rostro de quien no se sabe el paradero ya cubría los estados de redes sociales de la sociedad moreliana, las hojas de alerta Amber eran colocados de manera incansable en tan solo tres días, y aún así, sigue sin conocerse el rastro de Yamileth.
“Es una niña muy noble”, expresaba la hermana mayor, quien con voz quebrada mandaba un mensaje a Yuketzi, en donde sea que esté.
Tras el breve encuentro con medios, los familiares y amigos se colocaban debajo de Las Tarascas. Recién impresas, con ese olor característico de la tinta recién impregnada, sin pliegues de las marcas de uso, se posicionaban en la Avenida Madero, listos para emprender el trayecto hacia el Palacio de Gobierno.
“Yami regresa”, “Nos faltas”, “Te queremos”, “Justicia para Yami”, era unos de los tantos gritos entrecortados y en coro que se escuchaban, para informar a todos aquellos que transitaban sobre el Centro.
El contingente, de aproximadamente 50 personas tenían cada uno su forma de expresar el pesar, hija y amiga, pero también hermana, nieta, sobrina, la ausencia de Yuketzi golpeaba de forma terrible a quienes tal vez nunca pensaron tendrían que marchar.
Fue así como sucedió la esperada llegada al Palacio de Gobierno. “No nos vamos a mover hasta ser atendidos”, gritaba Amairani, ruido que se replicaba en eco entre la vacía avenida, estrangulada por la manifestación.
Una media luna se formaba alrededor de la puerta del Palacio, el silencio abordaba el escenario, gritos sucedían por momentos, las mismas consignas. Esto no había acabado, una familia, devastada por las circunstancias no lo olvidan, hasta que Yuketzi Yamileth regrese a casa.