Morelia / Acueducto
Maria Grazia Cosima Deledda Cambosu nació un 27 de septiembre de 1871 en Roma, Italia. Fue una escritora italiana cuya obra es una exquisita combinación de decadentismo y realismo. Su seudónimo era Ilia di Saint-Ismael
Nació en la localidad sarda de Nuoro en 1871, en una familia numerosa y acomodada. El padre, Giovanni Antonio, pequeño empresario y terrateniente, fue poeta aficionado y alcalde de Nuoro en 1892. La madre, Francesca Cambosu, fue una mujer muy religiosa que crio a sus hijos con extrema rigurosidad moral.
Después de haber realizado sus estudios de educación primaria, recibió clases particulares de un profesor huésped de un familiar suyo, ya que las costumbres de la época no permitían que las jóvenes recibieran una instrucción que fuera más allá de la escuela primaria. Posteriormente, profundizó como autodidacta sus estudios literarios.
Empezó a destacar como escritora con algunos relatos que publicó la revista L’ultima moda. Su primera obra de éxito puede considerarse que fue En el azul (1890). Sus primeras obras oscilan entre la narrativa y la poética. De ellas destaca Paisajes sardos (1896).
Tras casarse con Palmiro Madesani, funcionario del Ministerio de Finanzas al que conoce en Cagliari en octubre de 1899, la escritora se traslada a Roma y tras la publicación de Almas honestas (1895) y de El viejo de la montaña (1900), además de sus colaboraciones en la revista La Sardegna, Piccola rivista y Nuova Antologia, la crítica empieza a interesarse por sus obras.
En 1903 publica Elias Portolu que la consagra como escritora e inicia una buena serie de novelas y obras de teatro: Cenizas (1904), La hiedra (1906), Hasta el límite (1911), Colombi e Sparvieri (1912), Cañas al viento (1913), El incendio en el olivar (1918), El Dios de los vientos (1922). Cenizas fue también una película de 1916 interpretada por Eleonora Duse.
La narrativa de Grazia Deledda se basa en vivencias poderosas de amor, dolor y de muerte sobre las que planea el sentido del pecado, de la culpa, y la conciencia de una inevitable fatalidad. Se ha considerado que estaba muy influenciada por el verismo de Giovanni Verga pero también a veces, por el decadentismo del que es representante Gabriele D’Annunzio, además de por León Tolstoi.
En las novelas de Grazia Deledda siempre hay un fuerte vínculo entre lugares y personas, entre los estados de ánimo y el paisaje que se representa, que es el de su áspera Cerdeña natal, que sin embargo no aparece siguiendo los esquemas tópicos veristas regionales ni tampoco con la fantástica coloración que utiliza D’Annunzio, sino que se reviven a través de los mitos.
La crítica ha encasillado su obra en uno u otro -ismo: regionalismo, verismo, decadentismo… Algunos críticos sin embargo prefieren reconocerle, como es de ley para los grandes autores, una poética propia y original, en tanto en cuanto se halla perfectamente integrada en el contexto del siglo XX europeo, en la que todo aparece sin que llegue a pertenecer a ningún movimiento en exclusiva.
Su obra fue alabada por Luigi Capuana y Giovanni Verga además de por otros escritores más jóvenes como Enrico Thovez, Pietro Pancrazi y Renato Serra. En Elías Portolu (1903) evoca la Cerdeña decadente de principios del siglo xx; su mundo es poético, pero primitivo y cerrado.
En 1926 fue galardonada con el Premio Nobel de Literatura, hasta entonces es que su obra comenzó a ser traducida. La sociedad que describe es arcaica e inmovilista, y sus personajes aparecen dominados por extraños conceptos intransigentes y supersticiosos de la existencia humana, de una moralidad sumamente convencional. Falleció el 15 de agosto de 1936.
A continuación, compartimos una breve reseña de una de sus novelas más conocidas.
(1908). Novela » La Hiedra». Es considerada la mejor de la escritora sarda. Annesa, a los tres años, es llevada al pueblo de Barunel por un mendigo. Muerto éste improvisamente, la niña es recogida por la noble familia de los Decherchi, que se halla a dos pasos de la ruina, a pesar de la riqueza del avaro y asmático viejo tío Cosimu Zird, que vive con ellos, pero no los ayuda. Cada personaje se mueve en este ambiente decadente y opaco siguiendo las costumbres de su anterior época de oro, y salvando en lo posible las apariencias sociales.
En esta casa han echado sus raíces todos los afectos y la fe de Annesa: no cree más en Dios porque Dios hiere a sus bienhechores y porque Pablo, su patrón, ha suscitado en ella, con su amor ciego y desesperado, extraños pensamientos, que con frecuencia la empujaba hacia un precipicio.
Llegado el momento en que los deudores están por exigir la venta de la casa, Pablo amenaza con suicidarse. Annesa, aprovecha un momento en que está sola con el viejo Zua y lo mata. Pero inútilmente. Pablo ha conseguido un préstamo y promete empezar a trabajar en serio y casarse con Annesa, pero ella ya no puede ser feliz. En las tinieblas de su culpa ha encontrado a Dios. Deja el pueblo; va a servir en la ciudad y sólo cuando Pablo será viejo consentirá casarse con él e ir a vivir con la madre de él, decrépita y maligna como siempre. Comenzará así su verdadera y secreta penitencia.