Morelia, Mich. | ACG/Asaid Castro.- Las cañas de San Diego regresan cada año a Morelia, trayendo consigo el espíritu festivo de las fiestas guadalupanas, una celebración que atrae a creyentes y no creyentes por igual.
Esta fiesta culmina el 12 de diciembre, y es en la Calzada de Fray Juan de San Miguel donde el ambiente se llena de puestos de cañas, gorditas de nata, cacahuates y juegos de feria; sin embargo, es en la Plaza Jardín Morelos donde un clásico destaca: las carpas de futbolitos.
Bajo las carpas de «Diversiones Palomo Hermanos» y «Futbolito Ramos», más de 50 mesas de futbolito guardan historias y recuerdos de generaciones.
5 pesos, 3 juegos
La dinámica es fácil, una moneda de 5 pesos alcanza para una ficha de aluminio, que después se ingresa al mecanismo de la mesa de futbolito y a cambio, da 3 pelotitas.
«Siempre han sido 5 pesos, aunque antes dábamos más fichas», comenta Gloria Cedeño, de Futbolitos Ramos, asegurando que por las mañanas, los estudiantes son los mejores clientes en las mesas, creando un ambiente animado con el sonido de los golpes metálicos al mover los monitos.
Entre maniobras ágiles y algún truco para ganar ventaja, el entusiasmo se mantiene vivo, mientras se conserva el espíritu accesible del juego, con precios pensados para todos los bolsillos, y con un poco de imaginación, algo parecido a ver «Metegol», película animada del 2013.
«Quien no traiga dinero, hasta con un peso les damos para un juego, aunque aquí, por 20 pesos damos 5 fichas y a veces el pilón», dice entre risas y a manera de invitación Laura Palomo, de Diversiones Palomo.
En cada mesa, pueden jugar hasta cuatro personas, aunque es usual ver más espectadores que jugadores, observando con entusiasmo cada movimiento. Las barras de metal se mueven frenéticamente en busca del gol, mientras la emoción se desborda y, a veces, las pelotitas terminan volando fuera del campo.
¿Una tradición de diciembre?
Aunque es difícil definirlo como una tradición oficial, los futbolitos tienen un lugar especial en la historia contemporánea de Morelia.
Las mesas, desgastadas por años de uso, siguen cumpliendo su función: ser un punto de encuentro y diversión. En ambas carpas, la historia es similar. Con más de 35 años de antigüedad, estas mesas, antes instaladas en la Plaza Azteca, fueron trasladadas hace diez años al Jardín Morelos, consolidando su posición como una atracción clave en las fiestas guadalupanas.
«Llevo viniendo a los futbolitos desde que tenía 5 años», relata Rafa, un cliente habitual de 60 años, que ahora lleva a su nieto Rafita de 3, a disfrutar del juego, con la compañía de su esposa.
Rafa recuerda que anteriormente cada noche, se organizaban retas, donde los partidos más emocionantes son aquellos en los que se apuesta una moneda o cuando llegan equipos de retadores para desafiar a los jugadores locales.
Un juego que no pasa de moda.
Laura Palomo, comenta que el futbolito cobra más vida a partir de las 6 de la tarde. La energía en las carpas se intensifica, los partidos se vuelven más apasionados, pero siempre impera la camaradería y la diversión.
Sin mucha tecnología y algunas cuantas pantallas nómadas para grabar una historia para el IG, este sencillo juego de mesa sigue siendo un atractivo irresistible, pues son varios los visitantes que destacan su capacidad para unir generaciones y ofrecer una experiencia única que nunca pasa de moda, mientras que la música variada, que va desde clásicos hasta los últimos éxitos, acompaña cada jugada.