Morelia/Samuel Ponce Morales
En los últimos tiempos el catolicismo al final de cuentas ha optado más por el perdón, a veces el silencio y hasta esquivar castigos, espiritualmente hablando, que por la ex comunión sobre todo de los criminales, cuya mayoría de sus acciones suelen ser previamente bajo un rezo a la Virgen María, a Jesucristo y al Dios mismo.
Por eso resulta más que imposible que, en su breve visita a la capital michoacana, el Papa Francisco se pronuncie al respecto y solo hay que esperar no solo que envíe un aliento, una reconfortación y hasta un guiño de solidaridad con las miles de víctimas de los carteles del crimen organizado, desde La Familia hasta Los Caballeros Templarios.
No es un asunto menor que muchos de esos criminales solo se arrepientan de sus actividades ante el temor de que al morir no vayan al paraíso, que sus almas sean condenadas al infierno; no, una inmensa mayoría de ellos no se arrepiente ni moral ni social ni legalmente mente por las secuelas de daños causados a tanta gente inocente.
Y, bueno, por lo pronto, hay que esperar que cuando menos el Papa Francisco anuncie la próxima canonización de Tata Vasco y el aborto de la ex comunión de Morelos…