Morelia, Mich. | Acueducto Noticias.- Este domingo, Cataluña vivió uno de los eventos más emblemáticos de su tradición cultural: el concurso de castells, las icónicas torres humanas que representan un símbolo de unidad, esfuerzo colectivo y destreza. El certamen, considerado el más grande de la región, tuvo lugar en la ciudad de Tarragona y contó con la participación de 42 equipos, conocidos como «colles», de diversas localidades de Cataluña. Solo 12 de estos equipos lograron avanzar a la ronda final, demostrando su habilidad para formar las impresionantes estructuras humanas que pueden alcanzar hasta diez niveles de altura.
Una tradición centenaria
El arte de los castells, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2010, tiene raíces que datan del siglo XVIII en la región de Valls, cerca de Tarragona. Esta tradición se ha mantenido viva y se ha expandido a lo largo de los años, convirtiéndose en un símbolo de la identidad catalana. Los castells no son solo una demostración de fuerza física, sino también de equilibrio y coordinación, con el lema «Força, equilibri, valor i seny» (fuerza, equilibrio, valor y sentido común) guiando a los equipos que participan.
Cada equipo se organiza en diferentes niveles de castellers, desde la base (la «pinya») hasta el pequeño «enxaneta», usualmente un niño o niña, que corona la torre alzando el brazo, un gesto que simboliza la culminación exitosa de la estructura.
Una competencia desafiante
El concurso de este domingo fue uno de los más esperados, con equipos que viajaron desde diversas ciudades catalanas para mostrar sus habilidades. A lo largo de la competencia, los participantes levantaron torres de diferentes alturas y grados de complejidad, desde los castells de seis pisos hasta los más ambiciosos de diez. Sin embargo, el camino hacia la final no fue fácil; solo 12 colles lograron avanzar a la última fase, donde se exhibieron las estructuras más impresionantes.
El público, que llenó las gradas del Anillo Olímpico de Tarragona, vibraba con cada intento, conteniendo la respiración mientras las torres humanas se elevaban con precisión. Entre los favoritos de la competición se encontraban la Colla Vella dels Xiquets de Valls y la Colla Jove Xiquets de Tarragona, dos equipos históricos con una larga tradición en el mundo de los castells.
Un evento más allá de la competencia
A pesar de la competencia, el espíritu de los castells trasciende el mero logro técnico. Las colles trabajan en comunidad, donde personas de todas las edades y géneros unen fuerzas para lograr un objetivo común. Es un ejemplo palpable de cooperación y confianza, valores profundamente arraigados en la cultura catalana. Además, el evento es una ocasión para reunir a familias y amigos, que celebran no solo la habilidad de los castellers, sino también la continuidad de una tradición que ha pasado de generación en generación.
Este domingo fue, una vez más, una muestra de la vitalidad de los castells y de la rica herencia cultural de Cataluña. Con las torres humanas alzándose al cielo, el concurso reafirmó su lugar como una de las celebraciones más icónicas y queridas de la región.