Entre cuerdas y arpegios

Imagen: Héctor Tapia
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Morelia/Héctor Tapia

La larga fila de personas esperaba afuera del Teatro Ocampo. El organillero daba vueltas a la manija para reproducir unas cuántas melodías tradicionales mexicanas. Estaba por organizarse la edición XXV del Festival Internacional de Guitarra de Morelia.

Las puertas del Teatro aún estaban cerradas, esperaban la llegada de los funcionarios que darían el banderazo inicial a estos cuatro días de música de guitarra.

Abrieron la puerta a los impacientes amantes de la música de cuerdas; mientras pasaban les daban los programas de mano donde viene detallado no sólo los eventos programados para todo el festival, sino también la información de quienes estarán presentándose en el mismo.

Los países invitados: Escocia, Turquía, Paraguay, Chile, Uruguay, Brasil, Colombia y, por supuesto, México.

Cada invitado fue tomando su lugar. Hojeaban el programa de mano del Festival.

Al frente, las sillas rojas donde se presentaría, como parte del acto inaugural, la Camerata de Santiago de Querétaro, y los maestros Benedicto Becker y Abel García.

Daniel Olmos, hijo de Raúl Olmos, impulsor de este festival y actual director de Promoción y Fomento Cultural de la Secretaría de Cultura, guiaba todo para que saliera de forma ordenada la inauguración.

Llegó el alcalde de Morelia, Wilfrido Lázaro Medina, acompañado por el propio Raúl Olmos, y el Secretario de Cultura, Marco Antonio Aguilar Cortés. Tomaron asiente por un momento. Segunda llamada.

Los tres dirigieron un mensaje de bienvenida y resaltaron el esfuerzo que ha implicado que el Festival Internacional de Guitarra de Morelia persista a 25 años de distancia.

Tercera llamada.

Las autoridades gubernamentales se sentaron. La luz fue disminuyendo su intensidad para dar entrada a la Camerata de Santiago de Querétaro.

Entró el guitarrista michoacano, Abel García, originario de Paracho.

Afinó su instrumento a partir de los armónicos. Deslizó sus dedos por las cuerdas al mismo tiempo que la camerata dejaba escuchar los violines sutiles de fondo que abrían paso a las flautas transversales y los chelos que reforzaban cada compás.

Abel García Ayala comenzó su intervención con la interpretación del concierto para guitarra y orquesta: Fantasía para un Gentilhombre, del compositor Joaquín Rodrigo.

Llegó a los asistentes a través de cada movimiento del concierto. En silencio cómplice se dejaron llevar por cada arpegio.