Morelia/Julieta Coria
La Feria del Libro dio comienzo este en la ciudad de la canteras rosas, con un inestable clima que ha propiciado que las mañanas sean frías al punto de que se puede observar en la lejanía la neblina y por las tardes el sol que cala fuerte sobre los rostros morelianos.
Justo en medio de esos cambios, este día, se inauguraba en el Palacio clavijero la X Feria del Libro de la Ciudad, y con ella no sólo el comienzo de la fiesta literaria, si no el nacimiento de una nueva esperanza-para algunos-la esperanza de que la gente acuda, que la gente se involucre, que la gente lea.
No sé, ni cuento la cantidad de libros que se venderán, no se puede medir la pasión por la literatura por medio de las estadísticas; lo que me importaría saber en realidad es de cada cien libros cuántos serán disfrutados hasta la página final por algún lector interesado. Docenas de personas por averiguarlo.
En el patio del colonial edificio, elegantes señoras e ‘intelectuales’ caminan entre los 70 stands llenos de libros y productos culturales, son decenas de curiosos que han decido recorrer por los pasillos del conocimiento del saber y detenerse a encontrar lo que más les agrade no sólo a la vista, sino a sus pasiones y sus bolsillos.
Infinidad de libros, nuevos y usados, autores extranjeros, locales, nacionales, libros de viejo, libros recién empaquetados que guardan un característico olor, a viejo, a nuevo a letras a palabras. De todos los géneros, para todas las edades de variados precios, por supuesto.
Las editoriales han preparado con precisión sus productos, no hay ruido ni música de fondo, pero un ligero aire armonioso se siente por el lugar como haciendo juego con la sintonía de las letras, de los libros, de los libros que hoy esperan un dueño y un nuevo lugar donde crear suspiros y crear un nuevo mundo en la imaginación.
Una puerta abierta al saber, al conocimiento por el simple gusto de leer, de evocar el espíritu propio o sólo por disfrutar un deliciosa lectura, una fiesta literaria que durará ocho días…