En la Escuelita Zapatista

Especial
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Texto: Amaranta e Iko/fotos: Alberto, José y Sergio

 

Dedicamos estas palabras al votán zapatista Galeano, maestro zapatista,
asesinado por paramilitares en el Caracol de la Realidad en mayo del 2014.

 

En la cosmovisión de los pueblos indígenas mayas donde nació el EZLN (tzeltales, tzotziles, ch’oles, tojolabales y mames) la educación no es un asunto meramente formal, sino una de las dimensiones sociales de la vida en comunidad. Podríamos decir que la reciprocidad es uno de sus pilares. Es por eso que en la educación interviene toda la comunidad. No es una responsabilidad que recae en la madre, el padre o algún profesor o profesora rural. En este proceso el convencimiento propio nace a través de la palabra y del ejemplo.

Siguiendo esta noción, en los primeros meses del 2013 el EZLN hace pública la iniciativa que llama Escuelita Zapatista. Quienes leímos esto nos preguntábamos de qué se trataba. Al anuncio de esta iniciativa le antecedieron varios comunicados, en los cuales el Subcomandante Insurgente Marcos explicaba que sería el Subcomandante Insurgente Moisés quien se encargaría de servir como portavoz de todo lo relacionado con la Escuelita. Sin embargo, quizá el evento más memorable previo a la Escuelita fue la marcha que el EZLN realizó el 21 de diciembre 2012. Miles y miles de bases de apoyo marcharon en las mismas ciudades que tomaron el 1 de enero de 1994. Marcharon en silencio, bajo la lluvia. Terminando de marchar regresaron a sus comunidades. Horas después se hizo público un comunicado firmado por Marcos donde lanzaba una sola pregunta: ¿Escucharon cómo se derrumba su mundo?.

En agosto del 2013 se realiza el primer curso de la Escuelita, el cual lleva por nombre “La libertad según l@s zapatistas”. Sabíamos que cada persona que asistiera contaría con un votán. Aun así no entendíamos cómo funcionaría la Escuelita y quiénes serían y qué harían las y los votanes. Lo que sí nos quedaba claro es que era nuestra oportunidad de aprender, ahora que las y los compas se proponían ser docentes. Queríamos volver a las comunidades, nos hacía falta regresar, mirar ese cielo estrellado por las noches, oler la tierra mojada al caminar por las veredas, pero sobre todo aprender lo que nos querían compartir.

La Escuelita tuvo tres promociones: agosto y diciembre del 2013 y enero del 2014.  Coincidiendo con la primera promoción de agosto, en Barcelona se organizó una “Escoleta Zapatista”, simultánea a la Escuelita que se estaba realizando en Chiapas. En dicha Escoleta confluyeron proyectos en lucha por la autogestión en Catalunya y grupos solidarios con los y las zapatistas. No faltaron las conexiones vía Skype con los maestros zapatistas desde Chiapas, con sus videoconferencias y su posterior turno de debate y preguntas on line.

Finalmente es diciembre, tenemos las invitaciones impresas, las mochilas hechas. Nos encaminamos desde el DF y Barcelona para llegar a Chiapas. Sentimos cierta angustia por no llegar a comprender el mensaje; alegría por regresar a las comunidades. Curiosidad, mucha curiosidad sobre qué viviremos. Una vez hecho el registro nos entregan cuatro libros para la Escuelita, con el título La libertad según l@s zapatist@s. Cada libro tiene un tema distinto: Gobierno autónomo I y II, Resistencia autónoma y Participación de las mujeres en el gobierno autónomo. Miramos nuestra acreditación: nos tocaba ir al Caracol de La Garrucha. Ambos habíamos trabajado en proyectos con los y las zapatistas justo en ese Caracol. De eso hacía ya varios años. En ese momento sentíamos curiosidad por ver qué había cambiado, qué seguía más o menos igual, qué rostros reconoceríamos, qué nombres recordaríamos.

Es 24 de diciembre, salimos rumbo al Caracol. Luego de varias horas de viaje en redila y lluvia llegamos. Es de noche, ha llovido mucho, así que el piso está lodosísimo. Al bajar de la redila alguien dice nuestros nombres, y en ese momento la mano de nuestros votanes nos toma y nos guía hasta una fila. Luego de darnos la bienvenida, nos piden que pasemos a cenar para poder acomodarnos en los dormitorios. Ya esa misma noche hay quienes compartimos la cama y la cobija con nuestras votanes.

Al siguiente día, luego de desayunar se realiza la primera actividad de la Escuelita, la plenaria, donde comenzamos a aprender a escuchar. Los maestros zapatistas de zona fueron explicando tema por tema cómo se construye  la libertad según los zapatistas. En la plenaria hicieron la introducción a lo que viviríamos los próximos días en persona, junto a nuestros votanes, en la comunidad zapatista

En todo momento nos acompaña y cuida nuestro votán. Nuestro votán, nuestra votán. En algún comunicado Marcos había explicado que este “votán personal le contará nuestra historia, le explicara quiénes somos, dónde estamos, por qué luchamos, cómo lo hacemos, con quién queremos hacerlo. Le platicará de nuestros logros y nuestros errores, le resolverá las dudas que pueda, es quien le hablará en español, caminará con usted, irá a la milpa o a la leña o al agua con usted, cocinará con usted, comerá con usted, cantará y bailará con usted, dormirá cerca suyo, lo acompañará cuando vaya al baño, le dirá qué bichos evitar, verá que tome su medicina, en resumen: le enseñará y cuidará”.

Es tan humana la atención que ponen a nuestras necesidades las y los votanes, y esto nos va despertando el ánimo de conocer las suyas. Así se va naciendo la reciprocidad, en ese intento por establecer un entendimiento mínimo. Es como en “La historia de las preguntas”, donde los dioses Ik’al y Votán tienen que ponerse de acuerdo para caminar siendo uno mismo pero distinto. La forma que encuentran es haciéndose preguntas, las cuales les permite ponerse de acuerdo, reconocer lo que cada uno puede hacer para andar ese largo camino. El Subcomandante Marcos explica que “el significado que las zapatistas, los zapatistas, le damos a Votán. Sería algo así como guardián y corazón del pueblo, o guardián y corazón de la tierra, o guardián y corazón del mundo. (…) Los zapatistas entregamos el cargo de vocer@s del EZLN a miles de hombres y mujeres indígenas zapatistas para los días de la escuelita. Durante esos días de Escuelita por su voz hablará todo el EZLN, con su oído escuchará, y en su corazón palpitaremos el gran nosotr@s que somos”.
Las mujeres y hombres que cumplen el mandato de ser votán para cada estudiante de la Escuelita, así como cada una de las y los maestros de zona implican un ejercicio de aprendizaje formal hacia el interior de la organización. Cada una de estas personas se ha preparado por varias semanas. Han tomado el curso de preparación para ser votanes y maestros. No sabemos exactamente cuánto tiempo ha implicado, lo que sí sabemos es que para que nos recibieran y acompañaran durante la Escuelita han dedicado al menos una semana de tiempo completo, dejando el trabajo en su tierra y en sus casas.

Pasado el medio día nos preparamos para salir hacia las comunidades. Viajamos en redila, en caravana. Hacemos casi seis horas de viaje. A lo largo del camino miramos cañadas, cambios de vegetación, pero sobre todo nos encontramos con el azoro de la gente en los pueblos a la orilla de la carretera. Las comunidades zapatistas saludan con el pasamontañas puesto, e incluso en algunas están tocando música.

Cuando llegamos a la comunidad donde estaremos los tres días de la Escuelita vemos que ya está formada toda la gente de la comunidad que nos acoge, Nueva Esperanza. Ahí nos esperan nuestros compas anfitriones, en fila, con su pasamontañas, para darnos la bienvenida. Inevitable no llorar y tener la piel chinita. La primera parte de la bienvenida en Nueva Esperanza consiste en saludar a cada habitante, desde el más pequeño hasta el más anciano. Luego nos piden que nos presentemos, digamos quiénes somos, de dónde venimos, qué hacemos, por qué venimos.

La dinámica de los días en Nueva Esperanza es que cada mañana llegan las y los votanes para llevarnos a desayunar, nos preguntan si nos sentimos bien de salud, de ánimo y si logramos descansar.  Estas preguntas matinales responden a una noción de cuidado colectivo que no pasa por el parentezco ni la amistad. Aun sin conocernos nos cuidan, y podemos tomarlo como un aprendizaje en torno al cuidado colectivo, el cual va a contrapelo del individualismo y la enajenación en las ciudades, y en el sistema neoliberal en general.

Cada mañana las mujeres estamos con las mujeres de las casas que nos reciben. Los hombres realizan trabajo colectivo con los hombres de la comunidad en los terrenos colectivos de la comunidad, recogiendo el frijol en la milpa, desbrozando la mala hierba, cuidando el ganado, recolectando café.  Es el momento en el que descubrimos en nuestras propias carnes, con nuestros propios ojos, qué significa trabajar juntos por un proyecto común, la autonomía zapatista. Ahí aprendemos que el trabajo de la vida rural es pesado. Nos descubrimos sin habilidades para realizarlos, y esto, en lugar de ser una debilidad, se convierte en una situación que nos marca como seres de ciudad.

En algún momento las mujeres de la casa hacen preguntas para entender cómo es nuestra vida en la ciudad. Escuchan y les parece muy extraña. No comprenden cómo podemos vivir dependiendo del dinero para poder tener las cosas básicas para sobrevivir: agua, comida y casa.

En los momentos de las comidas nos sentamos todas y todos en la misma mesa, casi a la orilla del fogón. Escuchamos la transmisión de radio Insurgente. En ese espacio nos contamos cómo hemos  vivido el día. Nuestros votán hombre comenta algunas cosas, las familias nos observan. Nuestra interacción muestra cómo somos en nuestras realidades: nos apoyamos para poner la mesa y lavar los platos. Les gusta que colaboremos, les gusta que un hombre colabore en las tareas domésticas.

A lo largo del día nuestros votanes nos acompañan. Son quienes nos traducen lo que la familia donde comemos dice, ya que nos hablan siempre en tzeltal. Sería erróneo decir que están a nuestro lado, de hecho están a veces adelante, a veces detrás, a veces al lado, a veces nos hablan, a veces nos escuchan, otras simplemente nos observan. Cada acción es, ciertamente, para cuidarnos, y también para acompañarnos en un proceso donde aprendemos. Esta convivencia va abriendo puertas de confianza.

Por la tarde tenemos la sesión de estudio-lectura de los libros del curso. En nuestra comunidad, el lugar elegido para el estudio es un espacio construido para la formación de promotores y promotoras del sistema de educación autónoma de todas las comunidades que conforman el Municipio Autónomo Francisco Villa.

La idea de esta actividad es que leamos y hagamos las preguntas que nos vayan surgiendo. La lectura es individual y, aunque los ritmos son distintos, todos son lentos. Cuando alguien hace una pregunta todo el grupo escucha, como no queriendo. Sin darnos cuenta estamos aprendiendo en colectivo. Queremos escuchar lo que dicen, creemos que luego podremos leer los libros, pero no escuchar de viva voz. Las preguntas que hacemos convocan a los votanes a juntarse para encontrar de forma colectiva las respuestas que de manera individual les resulta complicado responder. De esta manera se genera una vocería colectiva, es decir, que a muchas voces explican su historia, no queda en voz de una sola persona, no instauran una figura de autoridad en torno al conocimiento y el saber.

Nuestro material de lectura son cuatro libros escritos por las y los zapatistas. Son un ejercicio para contar su historia con sus propias palabras. Al narrar y explicar cómo han construido sus gobiernos autónomos, cuáles son y cómo funcionan sus proyectos de educación, salud, producción y comunicación, y cómo se ha dado la participación de las mujeres, están sistematizando su propia experiencia autonómica. En los libros se habla de los “errores” que cometieron. Creemos que esto refleja la madurez que han alcanzado como movimiento político y también la fortaleza de su proceso.

Por lo que vamos leyendo en los libros nos queda claro que cada una de las cinco zonas zapatistas, de los cinco Caracoles,  es distinta, que hay un respeto a los modos de hacer las cosas, de tomar decisiones. Es un ejercicio de autonomía al interior de un proceso autonómico. Lo que leemos en los libros lo vemos reflejo en la Escuelita misma porque cada comunidad gestiona distinto al grupo de estudiantes que recibe.

Luego de los días entre el Caracol y Nueva Esperanza nos damos cuenta que la Escuelita es una forma de conocer y re-conocer los avances que en 30 años han tenido las comunidades zapatistas. En tres generaciones han dejado de ser peones para convertirse en “dueños” de sus tierras. En dos generaciones las mujeres ya pueden elegir con quién y cuándo casarse, además de que ya hay un espaciamiento entre cada embarazo. Es decir, ya no se rigen por lo habitual; desde la práctica han cuestionado la naturalización del deber ser como mujeres.

Todos los avances que reconocemos se dan sin ayuda alguna del gobierno porque se intenta disminuir la dependencia y generar formas para autofinanciarse. Es un proceso.

El tercer día de estar en la comunidad es el último, al siguiente volveremos al Caracol, y  al otro a San Cristóbal de las Casas. Al terminar la comida nos piden que digamos a la familia cómo nos hemos sentido en esos días, que les compartamos que nos llevamos en el corazón. Con dificultad logramos explicar lo que estamos sintiendo ante la inconmesurabilidad del aprendizaje que hemos tenido en esos días. Ante todo hemos reconocido la vitalidad de reconocernos como sujetos, de actuar desde lo común, porque en ese compromiso mutuo radica el germen de la libertad.

Los aprendizajes quedan inscritos en nuestros cuerpos porque se dieron en el espacio de lo cotidiano. Sabemos que una parte del compromiso de ser estudiantes de la Escuelita tiene que ver con el ir, vivir, aprender y regar la palabra. El pendiente, una de nuestras tareas, creemos, es reconocer lo que nos resuena como práctica posible y lo que nos queda como pregunta o reto.

Los zapatistas nos proponen un método de evaluación de nuestro aprendizaje en la Escuelita. Esto no será un examen, una tesis o una prueba de opción múltiple; no habrá un jurado o un grupo de sinodales expertos. La evaluación la hará nuestra realidad, en nuestro  calendario y geografía. Nuestro sinodal será… un espejo.

La única pregunta del examen final es: ¿Qué es la libertad según tú/ustedes?