Tlalpujahua, Mich.| ACG/Asaid Castro. – Ante miradas de devoción y respeto, en Tlalpujahua, se vive una tradición que ha perdurado desde los primeros informes en 1960, según un cartel repartido por el gobierno municipal.
Aunque el pueblo sufrió un deslave de lodo que dejó a una tercera parte de este bajo tierra en 1937, por la extracción de oro en la mina «Las Dos Estrellas», el pueblo logró recuperarse y al contrario de lo que se creería, también fortalecer su fe desde ese incidente hasta el día de hoy, conservando varias de sus tradiciones.
«Cargar a la Dolosa es sentir el dolor de una madre que pierde a su hijo; pero también admirar el sacrificio que hizo Dios por nosotros» dijo la señora Emilia, que sobre sus hombros junto con otras 3 mujeres cargaban la imagen de la virgen María, que sigue la figura de un Cristo en la cruz.
Entre 28 y 32 Cristos de distintas localidades del municipio, son los que cruzan las calles aledañas al Santuario de Nuestra Señora del Carmen, de donde parte la procesión para regresar a la puerta trasera del mismo edifico. Esto tras 2 horas de una caminata donde se les va ofreciendo un rosario a las imágenes católicas; como mencionó el director de turismo de la región, José Arredondo Reyes.
Adultos, jóvenes y niños de ambos sexos, son los que van cargando las figuras protagonistas de esta procesión, donde con rostros fatigados, algunos quedaban a la esperar de cambiar de puesto con otros integrantes de su misma localidad para mitigar un poco el peso de cargar su cristo por las cuestas y pendientes empedradas del pueblo mágico.
Los Cristos, acompañados respectivamente de su Dolosa, parten uno tras de otro con la primera campanada del Santuario, acompañados de velas, tambores y autoridades eclesiásticas que encabezan la procesión
Un distintivo interesante de esta manifestación religiosa, es ver enmascarados que parecieran escoltar a cada figura por el camino. Romanos y Fariseos, son los hombres que portan vestiduras llamativas y máscaras de color blanco, que, al intentar dirigirles la palabra, no emiten sonido alguno porque tienen que ir en total silencio, señaló un infante que observaba el evento.
También es posible ver a un par de hombres que, con la cara tapada y vestiduras de color negro, representan luto y un acto de penitencia.
Aunque prefirieron permanecer en el anonimato, comenta uno de los hombres con un manto negro en la cara, que está peculiar forma de vestirse es para recuperar una tradición que se realizaba 50 años hacia atrás para representar el luto por la muerte de Jesús, con otros colores como el blanco y el morado.
Por último, a lo largo de la procesión también se encuentran distintos puestos de comida para los acompañantes que siguen a la procesión, así como elementos de seguridad pública y paramédicos, que deben de estar al pendiente de cualquier situación.
(Imágenes: Asaid Castro/ACG)