Morelia/Héctor Tapia
Brotan las carcajadas de los niños tanto como el agua que sale del suelo, de la fuente danzarina que se encuentra en la Plaza Melchor Ocampo, a un costado de la Catedral de Morelia. Corren entre los chorros del cristalino líquido que a ratos se intensifican.
Son alumnos de la primaria Jesús Ortiz Murillo los que juegan entre el agua. Están en su séptimo día de clases fuera de la escuela.
Una semana cumplieron haciendo sus trabajos debajo de una carpa que fue colocada por el Movimiento Antorchista frente a Palacio de Gobierno.
Los maestros están ahí dando sus clases luego del enfrentamiento que se registró con el bando democrático, por el conflicto existente que se originó por el Programa de Escuelas de Tiempo Completo que no quieren los integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.
Es un día caluroso, distinto a los anteriores, que habían sido friolentos y nublados.
Los chorros de agua, que brotan con tanta fuerza que alcanzan varios metros de altura, al caer víctimas de la gravedad se dispersa en una tupida brisa que dibuja un arcoíris que dura el tiempo que dura el agua danzando sobre la plancha de cantera.
Los niños de la escuela están en receso. Unos patean un balón, otros simplemente juegan con el agua de la fuente. Ríen a carcajadas.
No son los únicos que se refrescan. Otros niños, “liberados” momentáneamente por sus padres corren a tocar la cortina de agua que crece. Los sorprende un brote repentino de más agua. Ríen ellos, también sus padres.
-¡Se acabó el recreo!- Grita una voz femenina desde el extremo de la plaza que se encuentra en la avenida Madero, cerca de donde están los boleros de zapatos.
Los niños voltean, se detienen un momento entre sus juegos, dudan. Vuelven a correr. Se empujan jugando. Saben que es hora de volver. Poco a poco se retiran. Unos se quedan todavía jugando hasta que llega uno de los profesores por ellos.