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Morelia/Redacción

Según los testimonios de los pobladores, el hijo más joven de la Tierra, el volcán Paricutín, nació a las 4:00 de la tarde un 20 de febrero de 1943, este 2017, el Paricutín cumple apenas 74 años.  Fumarolas y explosiones que simulaban los pucheros de un bebé que recién emerge a la vida.

Desde ese día, comenzaron los derrames de lava, las fuertes y constantes fumarolas cubrieron el cielo de la meseta purépecha por años, e incluso llegaron, al momento de la explosión, a la Ciudad de México, a más de 400 km de distancia. Hoy, a 74 años de su única erupción, la lava se siente vibrando bajo las rocas del volcán.

Imagen: Especial

El Ayuntamiento de Parangaricutiro, en Michoacán, registró su nacimiento con las siguientes palabras:

«En la Villa de Parangaricutiro, Cabecera del Municipio del mismo nombre, Estado de Michoacán de Ocampo, siendo las 10 diez horas del día 21 reunidos en el Salón de Actos del H. Ayuntamiento, previo citatorio urgente, los CC: Regidores Felipe Cuara Amezcua, Presidente Municipal, Félix Anducho Síndico, Rafael Ortiz Enríquez, Ambrosio Soto y Rutilio Sandoval, así como los CC. Agunstín Sánchez, Jefe de la Tenencia de Parícutin, de este municipio, y Dionisio Pulido, vecino de dico lugar; el C. Regidor Felipe Cuara Amezcua, Presidente, declara abierta la Sesión, manifestando que el día de ayer como a las 18 horas se presentaron los CC. Sánchez y Pulido informándole, completamente excitados, de la aparición de una fogata que ellos no sabían qué era, y que había resultado como a las 17 horas de ayer en la Joya denominada «Cuitzyutziro», al oriente del poblado de Parícutin por lo que, desde luego, pedían se trasladara al lugar de los hechos, para que por su vista diera fé de su aseveración; a la vez Dionisio Pulido, propietario del terreno arriba mencionado, hizo del conocimiento que el día de los acontecimientos, temprano, salió de su poblado (Parícutin) a cuidar sus borregas en compañía de su esposa Paula Rangel de Pulido y a visistar sus propiedades situadas en la repetida Joya; que por la tarde, a hora temprana tuvo que alejarse del lugar, recomendando a su esposa cuidara de las borregas hasta que él regresara; que como a las 16 dieciséis horas volvió al lugar precitado y recomendó a Demetrio Torres, que trabajaba en los terrenos, desunciera los bueyes y los llevara a beber agua; en seguida llegó hasta donde estaba su mujer a quien también recomendó volver al pueblo, encaminándose después de revisar los trabajos efectuados en sus terrenos, hasta llegar a la falda del cerro oriental circunvecino; que allí como a las 17 horas, sintió un fuerte temblor y estruendos en la tierra a lo que no hizo mucho caso ya que con frecuencia se estaban efectuando cismos (sic) desde hacía más de ocho días, pero siguió escuchando fuertes ruidos subterráneos acompañados de temblores y que entonces todo aterrado volvió la vista al Poniente o sea a su pueblo, observando con sorpresa que allá abajo en la Joyita se levantaban largas lenguas de fuego, con fuertes humaredas y estruendos nunca oídos, por lo que presa del pánico más terrible, huyó rumbo a Parícutin, a donde llegó jadeante dando inmediatamente cuenta al C. Agustín Dánchez Jefe de la Tenencia de lo ocurrido. Que el señor Sánchez al convencerse de la veracidad de lo denunciado por Pulido, se trasladó juntamente con él a la Presidencia Municipal de Parangaricutiro, donde todos alarmados dieron parte de los hechos al C. Felipe Cuara Amezcua, quien con la premura que el caso ameritaba pasó en compañía de los denunciantes al lugar donde había aparecido el fenómeno que posteriormente se dieron cuenta era un Volcán«.

El volcán nació en los alrededores de Uruapan,  cerca de la población de Angahuan, creció siete metros en las primeras veinticuatro horas, a la semana ya tenía 50 metros hasta alcanzar los 600 que tiene hoy.

Su actividad volcánica duró 9 años, 11 días y 10 horas, durante ese tiempo desapareció dos pueblos: Paricutín, que se ubicaba cerca de donde hoy es el cráter del volcán;  y San Juan Viejo Parangaricutiro, de este último solo queda una torre de la iglesia, sobresaliente a la gruesa cubierta de lava seca, que ofrece un tétrico pero maravilloso espectáculo a los turistas sobre el poder del único volcán que ha visto surgir el humano.