“El Chayo” no murió de dos balazos

Imagen: Especial
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Morelia/Redacción

La información oficial, dada a conocer públicamente, contraste con los peritajes correspondientes, por lo que se puede afirmar que Nazario Moreno González “El Chayo” no falleció abatido de dos tiros en Tumbiscatío.

De acuerdo a informes forenses el cuerpo de uno de los líderes del cartel de Los Caballeros Templarios presentaba cerca de 30 lesiones, derivadas de golpes contusos, equimosis y excoriaciones.

Documentos del área de procuración de justicia del estado apuntan que dichas excoriaciones estaban en el brazo y codo derecho, así como en el izquierdo, en la nariz, ceja, muslo izquierdo y en la región infra renal.

Asimismo, el cuerpo presentaba 16 equimosis o moretones, situadas en el oído izquierdo, labio superior, cuello, codo y antebrazo derecho; codo y antebrazo izquierdo, mano del mismo lado y en pectoral.

A lo anterior, hay que considerar dos heridas ocasionadas por objeto contuso en la cabeza, una en la región biparietal y otra en la nuca, y dos impactos de bala, en la zona abdominal derecha y en el costado derecho del tórax.

Como se sabe, a principios de marzo de este año, las autoridades dieron a conocer que El Chaya había sido abatido por integrantes de las fuerza públicas.

Aun así, el informe forense estableció que la causa de muerte del delincuente fue por un choque hipovolémico ocasionado por proyectil disparado por arma de fuero que penetró en la cavidad torácica.

Por ello, el cadáver tenía fractura del esternón en su tercio medio, fractura del segundo, tercer y cuarto arco costal, fractura en columna dorsal, laceración de hígado y pulmones contundidos.

El reporte oficial, dado a conocer tras la muerte de El Chayo, indica que “esta persona agredió a militares con disparos de arma de fuego AK-47, quienes en uso legítimo de la fuerza repelieron el ataque dando muerte al presunto delincuente”.

En el reporte situado por igual se concluye que el cadáver fue manipulado del lugar del supuesto enfrentamiento, siendo traslado a instalaciones militares localizadas en la región de Apatzingán.

“Al momento de la intervención pericial (el cuerpo) ni presenta huelas o indicios de lucha y forcejeo, por lo que se establece que éstas fueron borradas una vez que el cadáver fue manipulado”.