Morelia, Mich. | Asaid Castro/ACG.- «El secreto de un buen mole es hacerlo en familia y tratar a quienes lo compran como la misma», ese es el secreto de Elvira Rosas, quien ha atendido su negocio entre los pasillos de la Feria de Morelia durante más de 30 años.
Desde las cuatro de la mañana, Elvira, a sus 79 años, se pone en marcha cocinando una olla enorme de pollo que luego convierte en platillos de mole, tortas, tacos e incluso en consomé, apenas comienza la venta hasta las nueve de la mañana.

El espacio es reducido, casi de dos metros cuadrados, pero siempre lleno con una fiel clientela que rodea el puesto marcado con el 422, entre ollas, refrigeradores y una colección de fotografías que decoran el puesto de techos verdes y paredes de azulejos naranjas.
Eso sí, entre las imágenes antiguas de puesto, Elvira le hace un cachito a las imágenes de santos, y la Sagrada Familia que se mantiene en lo más alto de su puesto, para que la bendición no le falte al negocio.

Elvira no solo es una gran cocinera de Mole; es madre de seis hijos, que ahora mayores le han dado varios nietos que se han unido en el arte de hacer mole, un legado que viene desde su suegra, Carmen Rafael, de quien heredó la receta casi 4 décadas atrás.
«Este mole ha pasado de manos en manos, y todos mis hijos lo conocen», comparte mientras atiende a sus clientes, que aseguran ir a comprar desde los primeros días, cuando recién comenzaba a vender junto a su suegra hace más de 3 décadas, en una mesita que le vendieron en 3 mil pesos en ese entonces, para después convertirse en su puesto.

El movimiento no para en su negocio, y tampoco ella. Sin sentarse, ella invita a sus clientes a hacerlo y no pedir para llevar, pues es sabido en la memoria popular que la comida sabe mejor cuando se disfruta en el lugar donde se compra, «hay que tratar a los clientes como si fueran de la familia», comenta, con la misma calidez con la que dirige a sus nietos e hijos que le ayudan en la cocina, y a preparar la pasta de mole en casa.