Una semana en La Habana | Bailando, cantando y bebiendo | Parte VI y última
Relatos cortos de un greñudo de vacaciones que intenta ser historiador, periodista y danzante. Caminando 10 horas diarias para charlar con infantes, abuelos, abuelas; disfrutar de la danza, la música. Ahí, en donde el humanismo de los cubanos se siente al pisar la isla. | Ilustración Andre.
La Habana, Cuba | Juan Antonio Magallán/Acueducto Online.- Caminaba por Parque Central de La Habana, cuando un cubano que bebía mafuco, gritó:
-¡Mexicano!, préstame tu fosforera.
De inmediato me acerque a encenderle el cigarrillo Popular a quien respondía por nombre Juan y en tiempos pasados fue seleccionado nacional de Cuba por atletismo, eso le permitió conocer al país al viajar en diez estados de México.
Una clase magistral del cubanismo callejero.
-Aquí en Cuba, solamente hay víctimas y victimarios. Si tú vienes de turista y alguien te da la pinga, serás la víctima y así de fácil. Aunque al turista se le respeta, si te pones de a pechito, caes, dialogaba Juan, mientras bebía un trago de ron artesanal.
Política, filosofía, mecánica, economía, sociología, música, literatura, fueron los temas tratados con Juan, eso antes de que me ofreciera un trago de su ron.
-Anda tomate un trago conmigo, refiere.
Y yo con toda la infantil actitud, extendí mi mano con ahínco con la lata de cerveza vacía.
Al beber ese brebaje, en mi cuerpo deambularon serpientes.
Ese trago no era bueno, era alcohol puro, era la boca del dragón, era la canción del fin del mundo con danzantes aéreos.
Sabía mal.
Tras veinte minutos de charla con Juan, arribó Ederisko, tomo un trago, le advertí que estaba fuerte. Su mirada demostró que de inmediato sintió la patada.
Comenzó un leve mareo, una patada en el cráneo.
Nos despedimos de Juan. Un hombre de 63 años, ex atleta, seleccionado nacional por atletismo y marinero, gusta de contar sus viajes por el Mar Caribe y cuántas mexicanas se cogió.
Mi mareo aumentó, me sentía mal, era aquel trago, ese maldito ron.
Acudimos a una fonda a dar bajón.
-Oye hermano, ¿qué cosa es esto?, le pregunté al mesero.
-Eso es mafuco chico, un ron artesanal que se hace de forma clandestina. Este ron la hace la gente en sus casas, es muy fuerte. ¿Usted se siente bien?, contestó.
-Sí todo bien, respondí al instante, mientras 20 mulas me pateaban la nuca.
Me regaló medio limón y con ello todo mejoró.
El sabor de aquel ron era parecido a la gasolina o al thiner, le llaman mafuco.
En la calle cuesta cinco pesos cubanos. El dólar gringo se cambia a 170 pesos en la calle, moneda nacional. Una copa de Havana Club cuesta 300 pesos. Un cubano gana cuatro mil pesos mensuales, un pollo, dos mil pesos.