Crónica | Una fiesta brava en la Madero

Comparte

Morelia, Mich. | Acueducto Noticias.- Con un ligero retraso, la Plaza Morelos en Morelia se iba llenando de jaripeyeros, galleros y aficionados taurinos. Allí, en uno de los puntos de encuentro acordados, comenzaba la protesta contra la iniciativa de ley que busca prohibir la asistencia de menores a espectáculos que involucren animales y violencia, algo que los manifestantes consideran una amenaza a sus tradiciones.

Entre los asistentes se encontraban figuras destacadas de la tauromaquia en Morelia, como la maestra Hilda Tenorio y el novillero Isaac Fonseca, quien recientemente fue reconocido en Las Ventas. Ambos esperaban hacer oír su voz en el Congreso del Estado. “Es un deber moral de la sociedad, de los seres humanos, preservar a estos animales, y la preservación de estos incluye estas tradiciones”, expresó Tenorio. Fonseca, por su parte, veía la iniciativa como un intento de debilitar la Fiesta Brava: “Eso es un claro ejemplo de desesperación por parte de ellos”, afirmó.

El contingente se puso en marcha sobre la avenida Acueducto, llevando lonas y cartulinas, algunos incluso imitaban pases taurinos, todos en camino hacia el Congreso para hacer valer su postura. A medida que avanzaban, improvisaban consignas como “¡Libertad, respeto, los niños a los toros!” Sin embargo, no faltaron las respuestas críticas: un transeúnte les gritó “Eso es un crimen”, obteniendo desde besos sarcásticos hasta fuertes exigencias de respeto.

Al llegar a la altura de las Tarascas, dos contingentes se unieron, y los peatones se sorprendían al ver a decenas de caballos alineados, de todos los colores, trotar en fila. Al mismo tiempo, algunos rostros en la multitud reflejaban desagrado, en particular por la presencia de quienes apoyan las corridas de toros y las peleas de gallos.

Frente al Congreso, los manifestantes encontraron al resto del grupo esperándolos. Un megáfono amplificaba los llamados a la unidad, mientras que un ejemplar de vacuno, exhibido en el exterior, despertaba la curiosidad de algunos y lograba generar empatía en otros. Tras unos minutos, un grupo de representantes fue recibido dentro del Congreso, dejándoles, según dijeron, un rayo de esperanza sobre el futuro de sus tradiciones.

Al salir, el ambiente era festivo. Los jinetes refrescaban el día con cervezas, algunos transeúntes pedían fotos junto a los caballos, mientras los niños jugaban a la “lidia” a pie, alentados por los “¡olé!” de los presentes.

Cuando los representantes concluyeron la reunión, convocaron a un diálogo con la comisión de espectáculos y entregaron un oficio expresando su preocupación y rechazo a la iniciativa. Así, la protesta se fue diluyendo mientras los jinetes avanzaban sobre la Madero, los taurinos guardaban sus pases de novillero, y los galleros levantaban sus pancartas, dejando finalmente libre la vialidad.