Morelia/Vianey J. Cervantes
El gobernador del estado, Silvano Aureoles Conejo, hacía movimientos con su rostro, quizás estaba cansado. Estaba por entregar los reconocimientos a los trabajadores del CREE con mayor antigüedad y dedicación, además de inaugurar el primer Congreso Internacional de Rehabilitación y Discapacidad, el cual será durante el 2 y 3 de mayo.
Con todo y porra, cada trabajador pasó ante el gobernador, con un gran “¡wuuuuu!” que sonaba a sus espaldas, su mirada orgullosa recibía su correspondiente reconocimiento, el tan esperado después de tantos años de labor.
Los galardonados fueron el Ing. Argelio Farías Ochoa, Lic. María Silvia Luciana Ambriz, Luis Manuel Ángel Urbina, Reyes García Chávez, Roberto Álvarez Gutiérrez (Cuando pasó, una mujer del público gritó “¡dile que le vas al Morelia!” ante lo cual el susodicho solo rio), Martín Ojeda y Efrén Meza Aguilar.
El acto, que había comenzado en punto de las 9:10 de la mañana, se realizó en una abarrotadísima sala de Casa de Gobierno. Al inicio, Rocío del Monte Romero, directora del DIF Michoacán, recordó que el CREE no solo atienda a personas con capacidades diferentes, sino a quien se rompiese la pierna, un brazo… fue la primera en tomar la voz.
En dicho acto se conmemoraba de igual forma el 30 aniversario del Centro de Rehabilitación y Educación Especial (CREE), con la asistencia del Dr. Elías Ibarra Torres, secretario de Salud de Michoacán, Adrián Moreno Ortega, presidente del CREE Michoacán y desde luego, el ya mencionado Silvano Aureoles Conejo.
Durante el discurso del líder michoacano, en el cual agradeció la labor del personal y el compromiso a lo largo de estos años para tratar a las y los michoacanos, dijo que las condiciones de las instalaciones son muy buenas, aunque afirmó que las necesidades surgen con el día a día (por ejemplo, las enfermeras se quejaron de la falta de uniformes y ciertos medicamentos para tratar a los enfermos).
A medio discurso, una niña se desmayó. “¿Alguien podría auxiliarla, por favor?”, dijo el gobernador, de inmediato guardias de seguridad y enfermeras se apuraron a ponerla de pie, a ayudarla. “No se me amontonen mucho porque le quitan el aire”, se interrumpió hasta que la niña fue atendida. Entonces, el gobernador preocupado, un poco más serio que lo normal, dijo: “Pues, ya le paro, ¿no?”, lo que despertó risas en la audiencia.
Unos minutos de agradecimientos después, y tras su frase final: “servir a los demás, vale la pena. Échenle ganas. La vida es muy corta y si a nosotros nos toca ayudar a los demás para que también sean felices, vale la pena”, Aureoles dio por terminado el acto y lo que me pareció una estampida de universitarios entraron a la sala en fila india, por la derecha los que entraban, por la izquierda quien salía. El Congreso, el verdadero aprendizaje, estaba por comenzar.