Lázaro Cárdenas/Héctor Tapia
Todos van llegando, a cuenta gotas primero, desde temprano. Desde las 9 de la mañana iban llegando sonrientes, perfumados, como si fueran una fiesta, funcionarios públicos, empresarios, representantes sociales y políticos, estudiantes, la gran mayoría vestida de blanco.
Poco a poco fueron llenando la explanada del Obelisco del Malecón de la Cultura y las Artes. En la entrada al Recinto Portuario, el primer retén montado por la Policía Federal. El Presidente enrique Peña Nieto visitará el puerto.
Todavía hay personas corriendo en la pista del malecón haciendo sus ejercicios matutinos. A la par, los preparativos para el acceso siguen avanzando. Los camiones que habrán de llevar a los invitados hasta el lugar del evento van llegando, acomodándose hasta que se dé la indicación de entrada.
Dos horas después, en la plancha del Obelisco se ve a los invitados buscando dónde refugiarse mientras se autoriza el ingreso; algunos políticos, funcionarios o líderes sociales, se pasean saludándose entre sí, algunos atienden a los medios para aprovechar y ser entrevistados. Se comienzan a sentir los primeros efectos de un calor, húmedo, que hace que algunos se vayan refugiando en los lugares con sombra. No merma el ánimo.
Los invitados comienzan a abordar los autobuses. Salen poco a poco, organizados, rumbo a la Terminal Especializada de Contenedores que opera la empresa Hutchinson Port Holdings. Por el acceso principal al Recinto Portuario, en la garita, se ve entrar un convoy de la Policía Federal. El estado Mayor Presidencia hace presencia.
‘Selfitis’
Dos filtros de seguridad después, entre contenedores organizados y apilados unos sobre otros, en el patio de la Terminal Especializada de Contenedores se encuentra el último filtro, funciona igual que en los aeropuertos.
“Objetos metálicos en la charola, por favor. También las monedas”, dice el personal del Estado Mayor Presidencial, “sí también las monedas”, “puede abrir su bolso… También la mochila”.
Ya acomodados cada quien en su lugar. Invitados especiales hasta el frente; otros invitados, entre estos empresarios y funcionarios “menores”, con sus respectivos acompañantes, en la parte central. Las áreas de prensa también perfectamente definidas, “no pueden salir de aquí cuando llegue el presidente”, dice alguno de los encargados de la organización del evento.
Se escucha un helicóptero que va bajando. “Ahí viene Peña Nieto” dice uno de los asistentes. Lo corroboran funcionarios y miembros de la marina que se dirigen hacia el espacio libre donde se montó previamente una carpa donde se realizará el abanderamiento de dos remolques que operarán en el puerto michoacano.
Los invitados se van amontonando repentinamente en la cerca que se instaló para el paso del Presidente; ahora el camino se tupe de curiosos que quieren ver de cerca al esposo de “la gaviota”, quieren tomarse una “selfie” con él, quieren compartir sus fotos en redes sociales y decir que estuvieron en tan exclusivo evento.
Peña Nieto desciende del helicóptero, avanza por un espacio donde a grandes rasgos le explican los proyectos de modernización para Lázaro Cárdenas, abandera a las embarcaciones Ballena y Cachalote. Todos aplauden. Ahora sí, avanza hacia donde están todos para presidir el evento.
Camina por los pasillos estratégicamente cercados, le acompaña el gobernador del estado, Salvador Jara Guerrero; a su paso se amontonan los invitados, él se acerca sonríe, saluda, como en los tiempos de campaña, es momento de la fotografía con el presidente, él está dispuesto. Accede a tomarse la conocida selfie con cada invitado que se lo pide. Muchas mujeres gritan, se emocionan, se abalanzan sobre el presidente a su paso. Le tratan como a una estrella de rock.
El evento estaba programado para el medio día, Peña Nieto arribó a la terminal a la 1 de la tarde.
Psicología inversa
Una vez concluido el evento, los asistentes que faltaron de tomarse una foto con el presidente buscaron la manera de acercarse, otra vez sobre las cercas metálicas, para retratarse con el mandatario. La prensa no puede salir de los “corrales” donde fueron confinados hasta que se haya retirado el jefe del ejecutivo.
Ya que Enrique Peña Nieto abandonó la Terminal de Contenedores, ahora sí a buscar la salida para abordar alguno de los camiones destinados para llevar a los invitados hasta el Obelisco.
“No se amontonen… No empujen…” se dicen mientras intentan abordar alguno de los autobuses que llegan a cuentagotas al lugar. Parece que dijeran lo contrario, todos se agolpan a la entrada del siguiente camión.
Los asistentes, agobiados por el húmedo calor de la costa michoacana, muestran ya los primeros signos de desesperación por salir. Todos de alguna forma buscan ser los primeros en tomar el siguiente camión. Urge salir de ahí. El presidente ya se fue. Ya no hay protocolo que seguir.